Me parece que no estoy escuchando al cuerpo. Estuve colaborando en la selección y el orden de papeles, sin darme cuenta del cansancio y el hambre que tenía. Quería terminar de hacerlo cuando percibí que con la inmovilidad de la postura un pié se me había dormido totalmente. Allí recién comuniqué a mis compañeros de lo que estaba sintiendo, y de que era hora de irnos a casa. Juntamos todo, pues para llegar a destino teníamos que caminar unas 15 cuadras. Al caminar al ritmo de ellos, más jóvenes que yo, noté que me agitaba y resultaba exigente, y que mis piernas empezaron a quejarse…

Repentinamente, cuando el pié izquierdo ya había subido, el derecho tropezó con un borde más alto del cordón de la vereda y todo el cuerpo cae a lo largo apoyando rodillas, palmas, y por último el mentón. Todos querían ayudarme pero les dije, – “estoy bien, puedo levantarme, necesito encontrar mi propio apoyo”. No hubo daño alguno, pero no tuve dudas de que esa era la voz del cuerpo, que por fin se expresaba a los gritos

El hambre, el cansancio, la inmovilidad en la postura de trabajo, el entusiasmo por querer terminar… más el caminar después a un ritmo que no era el mío, produjeron la caída. Me quedé mirando toda la situación: Cuando el pie izquierdo subió el cordón de la vereda, el pie derecho se encontró que allí el cordón era más alto, y su movimiento hacia arriba no resultó suficiente. Pero la causa se vino gestando desde el momento en que yo no escuchaba las necesidades del cuerpo, y no las expresaba. El cuerpo comenzó a tratar de hacerse oír a través de la tensión (o quejas) de las piernas… Pero allí yo me esforzaba un poquito más, diciéndoles:!Vamos, ya falta poco!

Y ahora le pregunto al cuerpo: ¿Qué es lo que tengo que saber, que comprender acá yo?  y me contesta:  “que el contacto con el cuerpo tendría que ser todo el tiempo, ser permanente”, pues te estuve diciendo: “Hora de comer…” y nada. – “hora de descansar”… y nada,  La agitación y la molestia en las piernas era ya como levantar la voz, y la caída final el grito de ¿Vas a escuchar de una vez por todas? Entonces ahora le digo al cuerpo: – ¡Muchas Gracias!