Ya terminó este retiro al que fui entusiasmada pero sin comprender mucho para qué me inscribí… Superó todas mis expectativas, nos mimaron y atendieron tan deliciosamente, que tuvimos sorpresas tras sorpresas. La comida, la decoración, las necesidades especiales de cada una, todo fue atendido… La constante buena disposición que hubo, me asombraba, y escuchaba una voz interna que me decía: «Cuando das, es así, te estás dando a tí misma».  Fue largo, exigente, muchas charlas, algunas muy buenas, otras no tanto. Las de adoctrinamiento pude observar que en mi no cuajaron… Hubo mucho canto, y al cantar todas juntas, (40 mujeres), pude observar que eso nos alegraba, unía y tranquilizaba. 
Varias veces me sentí molesta por el ruido, (fondo sonoro) que causaba la charla de tantas voces juntas intentando escucharse con las que tenía al lado. Me parece que yo era la única, o la que más lo sufrí, y retirarme un rato me aliviaba. Comprendo que estoy acostumbrada a demasiado silencio. Pero lo más importante es que me vine enriquecida con todo lo que allí comprendí: (1) – Que fui guiada hacia algo en lo que nunca me imaginé que iba a participar: «Un retiro religioso». Desde hace tiempo «El Cosmos» o «Dios», me venía preparando, abriendo mi curiosidad, activando mi deseo de aventuras y desafíos, de cosas nuevas y sobre todo aquéllo que me aparecía sin que lo buscara… Y esto así es cómo apareció.  Sorprendida de mí misma decidí dejar otras cosas e ir, pues para poder opinar primero uno tiene que experimentar… No me queda ninguna duda que disfruté del encuentro.
(2) – Pero recién ayer, domingo, último día, comprendí la profunda enseñanza que me llegaba a través de las exposiciones de esas cuarenta mujeres, pero sobre todo de las explicaciones del cura o «Padre», quien era una persona muy histriónica, muy preparada, que aceptaba y pedía que se le pregunte sobre cualquier tema. Entre las participantes habíamos todo tipo de mujeres, en edades, estudios, tipologías, de todo… Las preguntas fueron muy variadas, y las respuestas pudieron ser varias veces cuestionadas y aclaradas.
(3) – Lo que comprendí, es que todos formamos un sólo gran cuerpo, y que ese cuerpo sintiendo su pérdida de fuerzas, guiado por su «Inteligencia máxima», (Universo, Cosmos, Dios, Amor, Vida…), estaba recibiendo un impulso, una energía que nos moviliza a todos, empujándonos a pensar creer y sentir  de una nueva manera, a no comparar ni evaluar esas maneras como mejor o peor una que otra, y si a poder ver que todas apuntan a que podamos ser verdaderamente felices, aún a pesar de lo que nos esté pasando.
4) – Y que cada célula de ese gran organismo , cada individuo, tenía la facultad para elegir entre todo lo que recibía,  aquéllo  que le servía para su crecimiento individual y  a la vez para el general, de todo el organismo… En mi caso, toda la parte de los ritos y estudios de la iglesia no me tocaba en absoluto, ya había encontrado mi manera de conectarme y compartir todo lo valioso que recibía siempre guiada por el mismo y único «Dios» que guía a los católicos, budistas, etc. y a todos los seres vivientes, a los que ya lo escuchan y se abren a él, aún a los que todavía no les interesa su propio crecimiento, pero ya algo les inquieta, y los los hace sentirse vacíos…