Postura corporal

En absolutamente todo lo que haga puede intervenir sólo una partecita de todo lo que me constituye, o mi ser completo en todas sus dimensiones y energías… Este darme cuenta lo sentí básico para toda la auto-observación interna y decidí intentar volver una y otra vez a chequear cómo está el cuerpo: ¡Ahora!, ¡Ahora!, ¡Ahora!. Aún en este momento que estoy escribiendo, veo que una postura erguida, digna, sin esfuerzos, pero consciente, se me pierde una y otra vez y vuelvo a sentirme, a acomodarme, y a perderme.

Estoy cocinando, la mesada está a la altura normal de todas las mesadas y cocinas, y yo soy una persona alta… Me descubro caída hacia adelante, sin ninguna necesidad, todo lo que estoy cortando y picando puede ser realizado desde otra posición. Mis piernas se abren un poco, las rodillas se flexionan apenas, aparece una firmeza desde la pelvis hacia las piernas y hacia los abdominales y dorsales… la energía se desplaza, la siento correr. Esa “firmeza” no es solamente corporal, pareciera provenir de mucho más adentro, de otra profundidad, Es afirmarme en lo que yo soy, es comprender cuál es nuestra misión en esta vida como ser humano, como partícipe de la humanidad, y como partícula universal…Agradezco este darme cuenta, este !poder sentirlo!

En la medida que el instructor del gimnasio, va conociendo las capacidades de cada cuerpo, paulatinamente va aumentando la dificultad o el tiempo de cada ejercicio.  Así hoy trabajé con ejercicios nuevos, algunos de los cuales los sentí un poco exigentes, me gustaron, los disfruté y ya casi al final de la hora me pidió que corra 6 minutos continuos en el mini-tram (primera vez así, otras veces era con descansos de 15 o 30 segundos entre medio) Cuando transcurrieron 2 minutos yo ya no daba más, las piernas se quejaban notoriamente y mi respiración estaba agitada. “Voy a tener que parar y descansar un ratito”, pensé, pero en realidad yo quería poder cumplir con la consigna, pues confío en que y si me lo está pidiendo, es que puedo hacerlo… ”Entonces opté por cambiar un poco el ritmo, aunque el que llevaba parecía coherente con mi posibilidad.

Al hacerlo un poco más lento pude continuar y cada vez más suelta y con menos esfuerzo. Pude correr los 6 minutos pedidos y me di cuenta también que podría seguir corriendo unos minutos más.  ¿Qué pasó acá?, me pregunté y luego lo hablé con él.

A los músculos y a la mente les cuesta un tiempo adaptarse a cada situación o pedido nuevo, y además está la cantidad de aire que reciben los pulmones y la cantidad de sangre que recibe cada músculo, y por último un cambio de actitud al aceptar la situación y a uno mismo, así, con las posibilidades de ese momento presente, sin juicio, sin querer más, ni menos, ¡aceptación total!

Todo este tema me entusiasma, me excita, pues eso también puede aplicarse a la problemática del temblor esencial. 

Larga historia de intentos para mejorar mi postura desde niña…

Creo que ya a los seis o siete años yo empecé a jugar el rol de “la obediente” pues sentía que así mis padres me preferirían y querrían más… Eso implicaba una postura corporal totalmente diferente a la de mi hermana mayor que se plantaba y gritaba, y protestaba hasta conseguir lo que quería. Recuerdo a mi madre repitiendo cada vez que estábamos juntas: ¡Diana, ponte derecha! una y miles de veces lo escuché y una y miles de veces me puse derecha, pero no lo podía mantener naturalmente…

Y pasó la vida a través mío, y ya con 40 años, cuando ya se abrieron un poco mis anteojeras con la meditación, un joven instructor de flauta, con el cual luego de la clase nos gustaba filosofar sobre la vida…, me dijo: Diana, yo sólo pude enderezarme, cuando algo en mi interior tomó vida y se irguió… Y allí también yo comprendí: – “La postura es el resultado de todo lo que vamos siendo…” y el hábito de los músculos a mantenerse contraídos o más o menos relajados, si bien nos resulta difícil de conseguir es posible con la práctica y la atención constante.

Ahora ya pasados otros 40 años, a los 80, ya los músculos y todo el cuerpo, comienzan a preparar su retirada, se van achicando, pierden fuerza y la fuerza de gravedad de la Tierra los va atrayendo hacia abajo cada vez más… Pero hay algo que todavía vibra con fuerza en mí, con mucha fuerza, ¿qué es eso? ¿Será el alma, la vida, lo que en esencia soy?… Esa fuerza le dice al cuerpo: ¡Tienes que enfocarte en la postura, aún tenemos muchas canciones por cantar…!