«El adecuado manejo de la emoción» Resumen de parte del libro: “Estrés, Epidemia del sigloXXI” Dr. D. López Rosetti

Si queremos disfrutar de buena salud, necesitamos aprender a manejar nuestras emociones, esa es nuestra responsabilidad. Parece ser que a medida que evolucionamos en tecnología empeoramos en nuestro ritmo y forma de vida. La obesidad y el sedentarismo se agravan cada vez más. Otros factores como la desocupación, la crisis económica y el temor de perder el empleo contribuyen a una situación mundial más que preocupante.

Desde tiempos muy remotos ya la sabiduría popular hablaba del control de las emociones para no afectar nuestra salud, con frases como éstas: “No te lo tomes tan a pecho”; “No te hagas mala sangre”, “Esto será un dolor de cabeza para mí”; etc. (El 75% de las consultas médicas se deben a causas psicológicas, que producen estrés) No olvidemos que siempre será mejor prevenir que curar.

¿Cuáles son las técnicas para un buen manejo de las emociones? Cada persona necesitará hacer un “cambio de vida”, (hábitos que enferman, por hábitos saludables, que incluyen: alimentación consciente, ejercicio físico regular, relajación, descanso, respiración, relaciones amorosas, apoyo mutuo y colaboración. Esto disminuirá el “distrés” o “estrés que enferma”.  Al mismo tiempo se deberán generar actividades interesantes, desafiantes y creativas que entusiasmen y diviertan para aumentar el “eustrés” o “estrés que sana y alivia”.

Entonces, ¿Qué es el estrés? Algo con características muy diferentes para cada uno. Las respuestas físicas al estrés también serán muy variadas: sonrojos, palpitaciones, palidez, sudoración, problemas gastrointestinales, de piel, etc. También podemos decir que el estrés es “la respuesta corporal a cualquier exigencia de cambio”. O que es “la tasa de uso y abuso del cuerpo”, dado que contribuye al proceso de envejecimiento de la persona. O que el estrés nos  provoca una alarma orgánica cuando las demandas sociales o las internas psicológicas, superan nuestra capacidad de respuesta. Esta alarma actúa sobre los sistemas nerviosos, endócrino, circulatorio, respiratorio e inmunológico, desequilibrándolos y conduciéndonos poco a poco a la enfermedad,

Sin estrés no habría vida. Necesitamos de una tensión adecuada para que nuestra actividad sea productiva y no destructiva. Queremos ir componiendo una música armoniosa mientras transitamos nuestras actividades cotidianas, pero el estrés resulta ser un enemigo insidioso, astuto y oportunista. En nuestra actual y acelerada forma de vivir, las respuestas no alcanzan a contrarrestar las amenazas. Actualmente el estrés constituye el mayor obstáculo para una buena calidad de vida y felicidad. Cada ser humano ya viene dotado de todos los recursos para combatir al adversario, y para poder hacerle frente necesitamos conocerlo muy bien. Mantener al estrés dentro de límites saludables, depende de cada uno. Cuerpo y mente interactúan en todo momento en una danza cuya armonía debemos cuidar. 

El estrés nace en lo más profundo de nuestro propio yo interior. En la mente se aloja el director de esa orquesta que somos, y cuando un director de orquesta se descentra, no habrá ningún instrumento que pueda escapar al desorden. Mientras reine  el estrés seremos una orquesta desafinada. En una sola palabra estrés es des-equilibrio. Cuando nuestras respuestas están a la altura de las circunstancias, “la balanza distrés-eustrés”, se mantiene en equilibrio. Cuando la balanza se inclina más hacia el “eustrés”, más posibilidad de cambios, de evolución y felicidad tendremos.

Cuando disminuye nuestra energía, (depresión, capacidad de concentración, memoria, creatividad, entusiasmo, alegría, etc.) es el aviso inicial del estrés, antes de que aparezca la enfermedad. Busquemos entonces el método para nuestro autodiagnóstico y tratamiento antes de que eso ocurra. Cada persona tiene sus propias circunstancias amenazantes que actúan como “estresores”, y necesitamos conocerlas y detectarlas cuando se nos aproximan. Prevenir es mejor que curar.

El tratamiento del estrés consta de la parte física, (movimiento, nutrición, respiración, relajación), el cambio de conductas y hábitos nocivos, la meditación, y la filosofía del sentido de la vida. Cambiar lo externo poco depende de nosotros, pero lo  que sí podemos es cambiar nuestra reacción a ellos. 

Cuando la alarma suena, todos los órganos y sistemas de nuestro cuerpo se ponen en guardia preparándose para enfrentar la amenaza. Los órganos tienen funciones específicas y se interconectan entre sí formando “sistemas” para juntos realizar determinadas tareas. A su vez los diferentes sistemas trabajan relacionándose entre sí. El que llamamos “director de orquesta” o “sistema del estrés”, coordina no solamente órganos y sistemas orgánicos sino también hábitos, conductas, comportamientos, y creencias.  Según el director elija la partitura, así sonará nuestra orquesta.

LA CORTEZA CEREBRAL (o neo-cortex), es la parte más externa del cerebro, la que  analiza y piensa. Se divide en hemisferio izquierdo: controla la mitad derecha del cuerpo, razonamientos lógicos, matemáticas, comunicación verbal y escrita; y en hemisferio derecho: controla la parte izq. del cuerpo, soñar e inventar, espiritualidad, imaginación, reconocimiento de formas y del espacio, música, poesía. No hay una parte más importante o mejor que la otra, trabajan juntas, siempre muy relacionadas.

CORTEZA O SISTEMA  LÍMBICO, es el cerebro que siente y en el anidan todas las emociones. Se conecta hacia arriba con el neo-cortex y hacia abajo con el encéfalo, y con todo el sistema nervioso. De él depende el control de la alimentación, de la reproducción, los instintos y las emociones. Un desbalance en esta área, es lo que genera el estrés.

Equilibrio “Racional-Emocional”, (a ese balanceo constante entre la corteza cerebral y la emocional buscando un equilibrio, lo llamamos el director de orquesta). De ese director, deberían provenir todas nuestras decisiones y acciones. El desajuste entre la demanda y nuestra capacidad de responder, o la diferencia entre la expectativa y la realidad, se producen al no cumplirse la ley del “equilibrio racional-emocional”. Cuando lo logramos, el estrés desaparece.

EL HIPOTÁLAMO, sería el intermediario entre el director de orquesta y los órganos: Comunica y dirige muchas funciones corporales, punto de unión entre la mente y el cuerpo. Ejecuta las directivas que le llegan de la corteza cerebral, a través de una vía nerviosa: “El sistema autónomo” y otra vía hormonal o endocrina: “El sistema de la glándula hipófisis”

HIPOTÁLAMO: “SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO”, o “Neurovegetativo” pues no depende de nuestra voluntad, se divide a su vez en dos ramas: “El Simpático” y el “Parasimpático”, ambos distribuyen los nervios que llevan la información (de ida y de vuelta), llegando así a todos los órganos. Cada órgano recibe nervios de las dos ramas.

Es el estrés el que activa el “Sistema Simpático”, liberando energía, que entonces produce un estímulo en todos los órganos y funciones, preparándonos para enfrentar o huir. Este es el sistema que se pone en marcha cuando uno está asustado, nervioso, indeciso o tensionado. Un corazón activado aumenta su frecuencia cardíaca para que los órganos y los músculos que lo requieran puedan tener más sangre y más oxígeno, aumenta así la presión arterial. Los músculos se tensionan para resistir los traumatismos, los bronquios se dilatan, el hígado produce más glucosa, también  aumenta la actividad cerebral, las pupilas se dilatan, aumenta la traspiración, empalidecemos (al ir más sangre hacia los órganos) y sangraremos menos si fuéramos heridos. El sistema digestivo detiene su trabajo, y cede esa energía ante el peligro. Las glándulas adrenales, también son estimuladas y colaboran con su hormona, enviada al torrente sanguíneo, a reforzar la acción simpática.

El “Sistema Parasimpático”, es ahorrador de energía, llega también a todos los órganos con la acción inversa, inhibiendo, disminuye la frecuencia cardíaca, relaja los músculos, contrae los bronquios, colabora en la digestión, etc. En una situación, de paz, calma y relajación, ambos sistemas están en equilibrio, equilibrio que es el centro de ese estado “sin estrés” o “Eustrés”, que vivenciamos como: “No necesito nada más”,  “Esto es la felicidad”, “Qué bien que me siento.”

HIPOTÁLAMO, “EL SISTEMA DE LA GLÁNDULA HIPÓFISIS” Esta vía hormonal o endocrina es la responsable de los efectos tardíos del estrés, pues actúa lenta y fuertemente, en cambio el sistema nervioso es de acción inmediata. “La Glándula Hipófisis”, es pequeña, está ubicada en la base del cerebro sobre el paladar, y es la que gobierna el sistema glandular de todo el cuerpo, recibiendo instrucciones del hipotálamo. Al ser así estimulada libera diferentes hormonas (por ejemplo la “ATCH”), que a través del torrente sanguíneo, estimula otras glándulas, que liberan otras hormonas.

La “ACTH” o adrenocorticotrofina, actúa sobre la glándula suprarrenal, ubicada sobre ambos riñones, y en la que distinguimos la médula, estimulada por el sistema simpático, y la corteza, sobre la que actúa la hipófisis, liberando varios corticoides, el principal es el “Cortisol”. Esta liberación es conveniente en momentos de estrés, pero tiene la contraparte de que disminuye los linfocitos sanguíneos, encargados de nuestra defensa frente a infecciones. Por eso ante circunstancias de estrés prolongado, nos aparecen resfríos, gripes, anginas, infecciones intestinales, urinarias, etc. Esta vía hormonal de la hipófisis también produce la “TSH o Tirotrofina”, que estimula a la glándula tiroides ubicada en el cuello, la que controla el metabolismo del organismo, al aumentar la movilización de la energía. Alteraciones de la tiroides pueden deberse al estrés. La hipófisis también libera la “LH” y la “FSH”, hormonas que ejercen su acción sobre testículos y ovarios, por lo que el estrés puede alterar el ciclo sexual femenino, y en el hombre puede menguar su potencia sexual, lo que en ambos sexos afectaría la fertilidad.

INTEGRANDO EL CUERPO CON LA MENTE: En estrés no importa lo que sucede sino lo que uno cree que sucede. Nuestro yo interior, al que llamamos “Director de orquesta” analiza los hechos a través de sus dos mecanismos: la corteza cerebral, razón, y la corteza límbica o emocional, y si no logra equilibrar ambas visiones, ese desequilibrio desencadenará la “Cascada del Estrés”, afectando el funcionamiento de todo nuestro organismo como ya explicamos.

Nuestra mente trabaja con percepciones. Una “Percepción” puede surgir de lo que vemos, ser una idea, una representación, sensación o conocimiento que tenemos de las cosas, o ser mezcla de todo eso. Si para nosotros es real, para nuestra mente también lo será. La corteza cerebral utiliza el análisis lógico, recurre a lo aprendido, método deductivo-inductivo. El cerebro límbico analiza desde la óptica del corazón. Las emociones pueden distorsionar la realidad causando graves conflictos, pero también pueden añadir pasión y fuerza para vivir intensamente nuestra existencia. ¡Somos seres emocionales y racionales! Hemos de buscar el equilibrio. La interpretación que subjetivamente realicemos de los hechos pasará del área mental al cuerpo físico actuando el hipotálamo como una suerte de bisagra entre la mente y el cuerpo.

ESTRÉS, ALARMA Y VIGILANCIA: Las reacciones agudas del estrés, que son inmediatas, se denominan “Reacción de Alarma” y son transportadas por el sistema nervioso simpático y por la adrenalina, incorporada a la sangre desde la médula de la suprarrenal, por las terminales nerviosas, a los diferentes órganos. En el estrés continuo o crónico las acciones son desencadenadas principalmente por el sistema endocrino o hipofisiario, donde la ATCH estimula la corteza de la glándula suprarrenal, que al liberar corticoides, desencadena muchos de sus efectos nocivos. Esta es la “Fase Crónica o de Vigilancia del Estrés”

¿PORQUÉ HACE MAL EL ESTRÉS? El estrés es un proceso normal y necesario del organismo para defendernos ante amenazas, (en lo laboral, lo social, o lo personal), y nos prepara para la lucha o la huida. La aparición del estrés, lejos de ser dañina es útil. La cosa cambia cuando el estrés se prolonga en el tiempo, se hace crónico, al perpetuarse nos causa problemas. Cambia nuestra conducta o el modo de reaccionar a las situaciones, nos impide la tranquilidad, la calma, la felicidad. Potencia la aparición de síntomas y enfermedades. La salud es un bien absolutamente necesario y su pérdida comienza con el estrés.

EL TABLERO INSTRUMENTAL DEL CUERPO. Nuestra actitud, energía y síntomas físicos o emocionales, son señales que nos envía el cuerpo para que tomemos consciencia de que algo está funcionando mal, ha perdido su equilibrio y necesita de nuestra atención. Así, dolores, tensión muscular, intolerancia digestiva, palpitaciones, mareos, etc. son luces en el tablero de nuestro cuerpo que deberíamos ver y estudiar, o sea diagnosticar su causa y definir las acciones correctivas, para volver al equilibrio. Prestemos al tablero instrumental del cuerpo el mismo y justificado interés que prestamos al del coche.

MENTE Y CUERPO. “Lo psicosomático”: Estamos en los albores de una medicina más humana, comprensiva y holística, con un abordaje integral de la persona: cuerpo, mente, emociones, espiritualidad, y el ambiente en que vive. Con  “psicosomático” designamos a las enfermedades y alteraciones que tienen que ver tanto con el cuerpo como con la mente, (ansiedad, nervios, temor, cólera, frustraciones, etc.) Las enfermedades y desórdenes emocionales estarán también en relación con su frecuencia y duración en el tiempo. Por esto mientras antes se haga el auto-diagnóstico, más simple será volver a la salud.

LA CADENA DEL ESTRÉS: Esto se refiere a la serie de sucesos que, cronológica y causalmente ordenados, terminan por desarrollar una enfermedad física con todo su cortejo de síntomas.

(Eslabón N*1): Percepción errónea; Un mismo hecho cotidiano visto y oído por dos personas al mismo tiempo, puede tener dos interpretaciones muy diferentes. En relación al estrés todo comenzó con una percepción personal, y percibir correctamente será la clave para conducirse frente al estrés. Las percepciones son semillas y se cosecha lo que se siembra. Percibir la realidad empleando un adecuado equilibrio racional-emocional es el secreto. La distorsión de los hechos a través de percepciones incorrectas será un desencadenante continuo de estrés. Los pensamientos distorsionados dan lugar a un desajuste con la realidad por errores de evaluación, que desembocan en falsas   expectativas y frustraciones en cortes de relación, que no escuchado nos llevará al

(Eslabón N* 2): Cambio en conductas y hábitos: Cuando alguien percibe y valora los hechos del mundo como amenazantes, altera sus hábitos y comportamientos: puede aparecer tenso y preocupado, con tics nerviosos, mirada rígida, reacción desproporcionada ante hechos menores, irritabilidad, etc. originando una interacción problemática con su medio ambiente.

Eslabón N* 3): Síntomas psicosomáticos. Variarán según el caso: dolor de cabeza, muscular, de pecho, trastorno digestivo, inseguridad, miedos, ansiedad, depresión, falta de atención, olvidos, etc. Si aún no atendimos estos avisos vendrá

(Eslabón N* 4): Enfermedad: que puede desarrollarse lenta o rápidamente, y como pasa con los eslabones de una cadena pueden superponerse confundiendo percepciones, conductas, síntomas y enfermedades. Si nos damos cuenta de esta cadena podremos intervenir, y al responsabilizarnos, ¡cortarla!, así no sigue su curso natural.

CONJUNTO PERSONAL DE ESTRESORES Y SÍNTOMAS. (Estresor es igual a amenaza). Si bien existen estresores que nos afectan a todos, cada ser humano tiene los suyos propios y lo mismo pasa con los síntomas con los que se manifiesta el estrés. Nuestros estresores y síntomas nos definen, nos personalizan e identifican. Importante será descubrirlos para encarar las acciones correctivas. Un estresor puede ser positivo o negativo. Una muy buena noticia es también un estresor,  estresor saludable que conduce al “eustrés”. Pero en general, al hablar de estresores, nos referimos a lo que percibimos como amenaza.  Necesitaremos agudizar nuestra capacidad para descubrir los propios estresores.

Las fuentes de donde surgen los estresores pueden ser de origen interno o externo

Ej. de estresor interno o psicológico: Miedo, frustración, necesidad, apuros.

Ej. de estresor externo: viene del entorno social:  jefe,  pareja, hermana, hijo…