1/6/25, (Pag. 140). No caigas, ¡suelta!; lo que sea, suéltalo. Cuánto más fuerte sea lo que suceda, mayor será la recompensa de soltar, y peor la caída sino lo haces. Es o blanco o negro, no hay término medio. En cuánto sientas que tu centro de conciencia está siendo arrastrado por energías negativas, tienes que prestar mucha atención a lo que está sucediendo. Si hay algo que te descoloca, eso te dice que tienes que soltar. Escribe sobre cómo sentiste la magnética atracción de la alteración y si fuiste capaz de detectarla y luego de soltarla, y si eso fue enseguida o al rato, y total o solo parcialmente… Ya anteriormente, me vine describiendo como una persona mayor, que vive sola, bastante pacífica, que no tiene mayormente, con quien enojarse, y que no gusta para nada, de peleas y discusiones. Tengo amigos e hijos que cada tanto me visitan, o nos comunicamos con mensajes y fotos. Puedo a veces sentirme molesta por algo que dijeron o callaron, pero ese deseo de dar un portazo, yo no lo conozco.
2/6/25, (Pag. 142). En definitiva, tienes dos opciones, compensar tu molestia en el exterior, para no sentirla, o elijes sacarte esa espina, así no centras tu vida en ella. Decide que no quieres que la parte más débil de ti dirija tu vida. Quieres hablar con quienes te resultan interesantes, no porque te sientas solo y abandonado, o porque buscas gustarles… ¿Pero cómo uno se libera? Te liberas, en el sentido más profundo: ¡encontrándote! Quizás aún está alguna espina de vergüenza o de miedo, que se te hincó en la niñez, y contra la cual aún luchas. Observa los pensamientos y sensaciones que se generan y cómo reacciona tu cuerpo a ellos. Y mientras los percibes respira profundo cinco veces y no permitas que esa alteración dirija tu vida. Pregúntate y escribe: ¿Quién lo ve? ¿Quién observa las emociones? ¿Te das cuenta del potencial que tiene dejar de identificarte con tus espinas? Sí, me doy cuenta que en mí aún quedan resabios de mis primeras espinas de celos y competencia, buscando ser la preferida de mis padres, y que después de más de ochenta años suelen aparecer…
3/6/25, (Pag. 145). El pre-requisito para lograr la verdadera libertad es no querer sufrir más; decidir que no hay razón para sentir tensión, dolor del corazón o miedo, y que lo que deseas es “disfrutar de la vida”. Pero si uno lo quiere puede permitir que las alteraciones afloren, observarlas, y soltarlas, para que se vayan. Ellas no son más que energías internas que se bloquearon en el pasado, así que pueden ser liberadas. Pero si tratamos de evitar las situaciones en que podríamos liberarlas, y las empujamos más adentro para olvidarnos de ellas y evitar que afloren, nunca seremos libres. Hoy prueba a dejar que la alteración crezca. ¿Cómo reaccionas a esto?, ¿tratas de evitarlo?. En su lugar dale espacio a la alteración. Escribe qué sucede cuando la sueltas. ¿Qué te ha parecido esta experiencia? Me parece que mi apego a mis más de 100 acuarelas quemadas, (el deleite vivido en cada una de las excursiones por las montañas), es una alteración que guardo en mi corazón y que no puedo soltar. ¿Preguntas que cómo aparece ella? Cada tanto surge de nuevo como un profundo dolor guardado muy adentro… La dejo que crezca, y crece como un reclamo hacia uno de mis hijos que me dijera que él cree conservar un video con unas quince de mis acuarelas, proyectadas en mi cumple de 75 años. Me prometió buscarlo pero nunca más habló de eso. Para limpiar este apego, le reclamaré sobre su promesa, y lo haré enseguida, pues sino, la que se olvidará también seré yo.
4/6/25, (Pag.148). Un sentimiento de vacío es simplemente un “algo” que tú percibes. Pero, ¿Quién es el que lo percibe? Ahí está la clave: darte cuenta de quién es ese que se da cuenta. Cuando detectes un dolor interno pregúntate: ¿Quién está percibiendo esto? y, ¿En qué parte de mi ser lo percibo? Relaja, allí donde percibas el dolor, y escribe sobre lo que ibas sintiendo y cómo hiciste para relajarte y si pudiste darte cuenta, que la parte que se da cuenta queda completamente libre de dolor. El dolor al recordar la pérdida de todas mis acuarelas, fue un dolor emocional que lo sentí en mi corazón, influyó en mis ojos, que enseguida dejaron rodar algunas lagrimitas, y mientras todo esto ocurría había un “observador”, un “testigo absolutamente imparcial”, que se daba cuenta de todo, pero que no era afectado por nada. A esa parte también la llamo “Conciencia” o “Alma”.
5/6/25, (Pag.150). Esa parte en ti que se da cuenta es libre. Y si quieres librarte de todas esas energías, debes permitir que pasen a través de ti, en vez de esconderlas dentro de ti. Igual que todos, tienes una parte sensible que siente celos, necesidad, miedo, atracción, etc. (llamada: “alteración”), pero tú eres el ser interior que es consciente de todo eso. Y si te mantienes centrado podrás apreciar y respetar hasta las experiencias más difíciles. Permítete ser sensible y deja que los sentimientos existan. Ahora, al comprender que esa persona con todos sus sentimientos, es tu yo inferior, solo algo de lo que eres consciente, escribe cómo haces para que todas esas sensibilidades, (respetadas y amadas), te atraviesen y se vayan. ¿Qué sientes al ya no identificarte con ellas? Cuando me doy cuenta que una emoción me invade, la vivo dándome cuenta de su intensidad, y de las reacciones en mi cuerpo, respiro profundo varias veces, cambiando así mi enfoque, me centro en las sensaciones corporales unos instantes y ¡suelto!, ya tranquila, comprendiendo que soy un ser humano.
6/6/25, (Pag.152). Es posible experimentar estos estados tan humanos sin extraviarse y sin necesidad de resistirse a ellos. ¿Qué sucede cuando le otorgas a la “soledad”, el espacio que necesite para que pueda pasar a través de ti? Sé un explorador, atestíguala y entonces se irá. Si no te atrapas y te absorbes en ella, la experiencia de la soledad pasará pronto y surgirá algo nuevo: ¡serás libre! Y un mundo de pura energía se desplegará en tu interior. Hoy se testigo de cada “espina o alteración que te surgiera. ¿Puedes experimentar tus reacciones a ellas con apertura y compasión? Intenta permitir y aceptar cada espina. Escribe sobre la experiencia. Hoy hay corte de luz en toda la ciudad, y si bien estaba avisado, es una gran molestia, que me cuesta aceptar. Creía haberlo aceptado pero me doy cuenta que ya sin calefacción desde hace unas 7 Hs. siento mucho frío, y no quiero enfermarme. Decido actuar. Bajo a pedir que me suban leña, y me avisan, en ese mismo momento: ¡Acaba de llegar la luz! Este tipo de coincidencias me asombran.
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