24/4/25, (Pag. 50), LA ESENCIA DE LA CONCIENCIA es el darse cuenta, o sea que tiene la habilidad de hacerte estar más atento a algo en particular, o sea hace que te enfoques en eso. Nadie te lo enseña, es intuitivo y natural, siempre has sabido cómo hacerlo. Ahora, centra tu atención en un objeto durante dos minutos. Observa lo que sucede en tu mente y en tu cuerpo. Escribe sobre lo que ha pasado en esos dos minutos. ¿Has sido capaz de concentrarte sin divagar ni distraerte durante esos dos minutos? Y si has divagado, ¿te diste cuenta de que te estabas distrayendo, y te has vuelto a centrar en el objeto? Me enfoco en mi lastimadura del dedo anular derecho mientras escribo, y siento que allí tengo una atención doble. Miré la hora en la computadora donde estaba escribiendo y pasaron exactamente 2 minutos sin distracciones. Pero muchas otras veces, cuando escribo, o cuando cocino, que necesito estar bien atenta, me distraigo, y al darme cuenta, puedo volver a enfocar la atención donde la necesito.

25/4/25, (Pag. 52). Los cinco sentidos atrapan nuestra atención al igual que los pensamientos y sentimientos. Pero la realidad es que estás asentado calmada, y silenciosamente dentro de ti, contemplando estos objetos. La conciencia no precisa abandonar su centro para proyectar conciencia sobre los objetos que te atraen, del tipo que estos sean. Presta atención a las imágenes, sonidos, olores, que percibes. ¿Qué te gusta y qué te disgusta? Observa a tu mente etiquetar la realidad según tus preferencias y tu marco de referencia: “ordenado”, “desordenado”, “frío”, “huele a desayuno”… ¿Qué sientes al abandonar el mundo de las etiquetas mentales y volver a tu centro?  Que mi mente etiqueta continuamente todo lo que veo, no me queda ninguna duda, y cuando quiero pararla, respiro profundo varias veces hasta volver a mi centro. Necesito solo dos o tres respiraciones profundas, bien conscientes, y entonces sé que he vuelto a mi centro, porque experimento una profunda paz, una increíble quietud interna.

26/4/25, (Pag. 54). Cuando contemplas la naturaleza de ti mismo estás meditando. Has retornado a la raíz de tu ser, a la simple conciencia de darte cuenta de que te estás dando cuenta. Allí te das cuenta de quién eres, de que te has despertado. Siéntate un momento con los ojos cerrados y observa cualquier sensación que tengas. Presta también atención a tus pensamientos y emociones que pudieran surgir y verás que eres consciente de todo. ¿Puedes sencillamente, darte cuenta de que te estás dando cuenta? Escribe sobre esto, y sobre cómo experimentas estas sensaciones en tu cuerpo.  He cerrado mis ojos, y lo primero que me doy cuenta es que estoy respirando, que mi pecho sube y baja continuamente…, que mis manos están entrelazadas, y descansan sobre mis muslos, y que los muslos sienten ese peso que antes no tenían. También siento que hay como una dureza en la expresión de mi cara, quizás producida por la atención que estoy prestando, trato de soltarme, y  noto que empieza a aflojarse mi boca, y que se insinúa una leve sonrisa de satisfacción, de felicidad, al percibir la profunda presencia de la conciencia en mi vida. Siento también, que estoy disfrutando de una vida plena, llena de amor y entusiasmo por todo lo que a mi vida llega, y que debido a los tantos años vividos, muchas veces me falta la energía necesaria, y debo pedir que otros hagan lo que yo quisiera hacer…

SEGUNDA PARTE: CÓMO EXPERIMENTAR LA ENERGÍA.

27/4/25, (Pag. 58). La conciencia  y la energía interna, son dos de los grandes misterios de la vida; puesto que cada movimiento de tu cuerpo, cada emoción o pensamiento que surja, supone un gasto de energía. Por ejemplo: al concentrarte en un pensamiento y otro lo interfiere, tienes que ejercer una fuerza opuesta para luchar en contra, que requerirá energía y eso puede resultarte agotador. Observa todos esos “y si”, “pero” o “quizás”, que compiten por tu atención, que en realidad son pensamientos compitiendo en tu mente.  Escribe como los diferentes pensamientos afectan a tu energía. Una de mis grandes competencias internas es haber decidido estar “derecha”, (o lo más erguida posible), mientras escribo, cocino, o camino… y esa decisión compite con un mal hábito corporal establecido en mi adolescencia. Esa lucha afecta muchísimo mi energía, y en mis caminatas, es cuando, más lo noto. Entonces, invento “cantitos mentales”, que van a ritmo con cada paso, que en parte impiden el duro mandato de ¡“más derecha”!  Otra lucha interna es entre el entusiasmo que pongo en lo que estoy haciendo, y el horario establecido de la rutina diaria. Allí en general, gana el entusiasmo y el hambre del almuerzo o la merienda, debe esperar… El “y si” o el “pero” me aparecen entre dos pensamientos sobre la conveniencia de algo. Por ejemplo: -“Será necesario que le envíe un mensaje, o mejor sigo esperando… pero es que necesito sí o sí que me consiga ese turno médico, pero eso ya se lo expliqué,  quizás esté enojada por lo que le dije el otro día…  Y ahora decido ir a cocinar, pues es la hora, y mi hambre me avisa.

28/4/25, (Pag. 60). Crear, mantener, y recordar los pensamientos; generar, controlar y disciplinar los potentes impulsos emocionales, todo eso implica un potente gasto energético. ¿De dónde viene toda esa energía? Disponemos de ella, solo a veces, y otras  estamos totalmente carentes, hasta el punto en que el hecho de comer, no nos resulta una ayuda. Pero si rememoras los momentos en que te sentiste inspirado, entusiasmado, o enamorado, verás que allí hasta te olvidabas de comer. Es porque la energía de la que hablamos, no procede de lo que ingerimos. Tenemos una fuente energética interna, muy diferente de la fuente de energía externa. Piensa en alguna ocasión en la que te hayas sentido agotado y exhausto, (independientemente de lo que has comido o dormido). Quizás se debiera a alguna ruptura u otra pérdida personal, o a que no había funcionado tu proyecto. ¿Qué hizo que tu energía interna volviera a fluir?.  En ocasiones similares siempre me ayudó decirme: “lo que es, ya es”. Suelto eso, y empiezo con algo nuevo, con algo que me guste, necesito ocupar mi mente, pues eso la ayuda a soltar el pasado y mantenerse en el presente…  Allí la “energía creativa”, interna, o esencial tiene salida. A veces ponerme a limpiar, u ordenar, ya ocupa mi mente y mis manos, y me ayuda a salir del bajón energético.

Reflexiona sobre: ¿Qué es lo que hace que tu flujo interior energético, se reduzca y qué hace que se reponga?   En esencia reduce y hasta anula mi energía lo que ocurra que impida que logre mi propósito. Salgo del bajón energético haciendo algo que me apasione hacer.