Busquemos de tener la habilidad para inducir a otro para que tenga un ideal, que pueda seguir en su vida. Elevar a una persona de manera hábil es el trabajo de un gurú, de una persona sátwica. Un gurú siempre toma al discípulo como parte de él y predica con  el ejemplo: “Ven mi querido, obsérvame y te volverás fuerte y sabio como yo”.

De los Rishis antiguos he escuchado que de acuerdo a las enseñanzas un “Maestro” debe olvidar todo después de habérselo enseñado a su alumno. Eso me sorprende muchísimo. ¿Por qué? Con mucha auto-observación, y recorriendo los sucesos de toda mi vida pude llegar a la conclusión de que yo vine a esta vida con la “Misión de Aprender y Enseñar”. Pero ahora me dicen que después de aprender y poder enseñar algo, lo que sea, es necesario “olvidar” y vuelvo a preguntar ¿Por qué?

Para que eso no se convierta en una servidumbre en las próximas vidas. Es necesario que ese Conocimiento no se pierda, pues no hay nada tan purificador como el Conocimiento, y al “habérselo pasado a tu alumno, a otra persona, seguirá permaneciendo en el Planeta Tierra”, no se perderá y uno se habrá ganado el derecho a olvidar. ¿Pero por qué tendríamos que olvidarlo, cuando ya nuestra mente lo ha guardado en nuestro inconsciente, lugar seguro donde ninguna otra persona podrá incursionar?

El Conocimiento es como el jabón, no hay nada tan purificador como el Conocimiento, pero si te aferras al conocimiento eso se convierte en arrogancia e ignorancia. Por eso: Aprende, enseña y olvida, convirtiendo tu mente en “hueca y vacía”, sintiéndote en un ser puro y libre. Ahora, recién, casi podría decir que entiendo. Nuestro Inconsciente, no solamente guarda el conocimiento, allí guardamos de todo, también yo diría, que mucha basura, así que cada tanto tendremos que limpiarlo.

Recuerdo un ejercicio de meditación, para parar la actividad constante de nuestra mente, en que buscábamos entrar en el “Silencio”. Se trataba de ir sacando, uno a uno, todo lo que allí encontráramos hasta dejarla totalmente hueca y vacía, a tal punto que una bolita, de esas con la que juegan los chicos, pudiera rodar libremente por el interior de nuestro cráneo. Ahora me sonrío, han pasado muchos años desde que en grupo, practicábamos esto y el estar escribiendo, contándoselo a mis amigos que me leen; me ayudó a ir hacia atrás.

En esta época de mi vida, en que la memoria se va retirando, contrayéndose poco a poco, en que pongo muchos esfuerzos en tratar de recordar nombres, caras de personas conocidas, cantidades precisas de ciertos condimentos cuando preparo mis comidas, y tantas otras cosas… Ahora recién empiezo a comprender que más importante que recordar, es “olvidar” pues mi objetivo al venir a este mundo no era sólo para aprender y enseñar, sino también el de crecer como persona, crecer espiritualmente.