¿Y porqué para mí resultó ser algo tan especial? Porque conocí gente muy diferente a los que contacto comúnmente. Ahora comprendo que hay un cambio de conciencia que está llegando a este mundo. El cambio viene a través de millones de pequeños actos, de esos actos que cada uno realiza con pasión, actos amorosos, que le dan felicidad. Y eso es lo que se veía en estos nuevos amigos, a los que recién conocí. Había una expansión de felicidad, alrededor de todos ellos y eso que eran muy diferentes entre sí, en edad, sexo, gustos y maneras de comunicarse. Contaré en detalle paso a paso el día de ayer.

Ya se había anunciado mediante varios mensajes, un hombre que me causó buena impresión. Me dijo que le habían hablado de la belleza e increíble energía del lugar y que venía a conocerlo pues él daba cursos de silencio. Venía de Córdoba y trabajaba con una amiga que daba yoga, él las meditaciones, y entre los dos preparaban  una temática acorde con la estación que transitaban, o los eventos actuales, así la gente en el silencio, tenían tema para meditar y al final compartir.

Al llegar a “La Volada”, venía con una joven de unos 25 años que podría casi haber sido su hija. La joven era pura sonrisas, alegría, e irradiaba constante felicidad. Conversamos durante un largo rato y me contaron sobre el lugar donde estaban parando, como estaba construido, y la verdad es que me dieron deseos de conocer toda esa zona que estaba a sólo unos diez Km. de donde yo vivo. Prometieron llevarme y eso ocurrió ayer temprano a la tarde.

Pasando por el centro del Bolsón dieron varias vueltas buscando un negocio que al final encontraron, me invitaron a entrar con ellos y  que yo también eligiera alguna masa para el té de la tarde. El panadero, nos explicaba que él mismo diseñaba y fabricaba, todo lo que allí había y que amasaba con harina integral de trigo sembrado en el Bolsón y levadura que él  hacía fermentar. El orgullo y la alegría con que nos mostraba todo su trabajo lo sentí algo similar a lo que siento cuando yo muestro mis acuarelas, cerámicas, o “La Casa de Todos”. Todo esto contribuyó a que el día de ayer fuera para mí muy hermoso.

Llegamos al lugar donde ellos se alojaban y nos recibió otra simpática joven, que se ofreció a mostrarme todo el lugar y cómo allí vivían tanto en verano como en invierno. La construcción ya llamó mucho mi atención pues se veían, sobresaliendo de las paredes exteriores, partes de cubiertas de coche, que eran el sostén de la casa. Allí no tenían agua corriente, ni luz eléctrica, ni gas por red. Se arreglaban con leña, agua de la lluvia o del río cercano. Para casos de emergencia tenían un generador eléctrico y podían conseguir gas envasado en el poblado cercano. Tenían un baño externo, donde se bañaban y defecaban, lo que luego de todo un proceso era aprovechado en la quinta y para los frutales. Mientras tanto adentro prepararon te y mate con todas las ricas masas que había comprado quien me invitó.

Ya habían llegado dos jóvenes más, que trabajaban de voluntarios en una obra en el poblado cercano. Me contaron que la obra era de barro y paja, según lo que enseña la perma-cultura, que ya estaba en los finales, y la hacía un constructor experimentado en esto. Yo quise verla y después de nuestro té así lo hicimos. Me asombró la prolijidad y perfección de todo el trabajo y el lindo diseño. El constructor me mostró todo el proceso del fermentado del barro, la paja molida, la bosta y la leche. Además tenía una estufa rusa con cama caliente de ladrillos. Todo esto completó mi día. En conclusión: conocí y aprendí que hay otra manera de vivir en esta gente joven, otro paradigma para todo, que no tienen nada estable, ni trabajo, ni comida, ni relaciones, no piensa en el futuro, solo cuenta el momento presente, y así se los ve amorosos y felices.