Querida mamá:

               No hace tanto tiempo que partiste, dejaste tu envoltura corporal ya hacen como nueve años. Siempre te recuerdo con inmenso cariño, y recién ahora comprendo que todas tus creencias y vivencias emocionales, siguen aún viviendo en mí desde el período en que me gestabas… Ahora que te percibo así dentro de mí, siento pena por no haber sabido preguntar ni compartir contigo temas que ahora me interesan tanto.

                   ¿Habrán ustedes buscado mi nacimiento u ocurrió por un descuido? Me sonrío… Nací en la década del 30, ustedes son de la del 10, mis hijos de la del 60, y mis nietos a partir de la del 80 hasta la del 2000. Cuatro generaciones y la evolución humana vivida dentro de algo más de un siglo. El tema sexualidad, o la intimidad de los sentimientos, en general en aquéllos tiempos, no eran compartidos entre padres e hijos. Al cariño no era necesario demostrarlo, lo importante era sentirlo. Ahora todo ha cambiado. Al sentirte aun así dentro de mí, estimo que mi llegada a este mundo debe haber sido querida por Uds.

                    Además el sentido de nacer mujer, para vos, y también para mí en mi juventud, era casarse para poder tener hijos, eso era un mandato social muy fuerte en aquélla época, estaba dentro de “lo que debe hacerse y se espera de uno”.

                ¿Qué emociones sentirías durante el período en que me gestabas, cuando ya tu primera hija contaba con algo más de un año? Nunca escuché nada sobre ese tema. Sí conozco que fue una época muy difícil, de mucha carencia y esfuerzos para sobrevivir y alimentar ya a dos criaturas. Que Uds. dos emigraban de la Europa destrozada después de la primera guerra, buscando ese mundo de paz y abundancia donde todo se ganaba con el esfuerzo propio. Vos viniste con 12 años a buscar alguna parte de tu familia, y papá con 20, escapando de un servicio militar de 5 años. En Córdoba se conocieron y se casaron.

                  Por todo esto supongo que tus emociones de esa época, transmitidas a mí, eran alegría (por traer una nueva vida), ansiedad (ante posibles problemas y riesgos), y temor e inseguridad (respecto a poder ser esa buena madre que querías ser). Sí, reconozco ese tipo de emociones que aún están en mí, y estimo que vienen desde allí. 

                 Los continuos malestares digestivos, de toda tu vida, respondían posiblemente, a tu difícil primera infancia, a tu extrema sensibilidad emocional, (no hablada, disimulada, y hasta llorada a escondidas), y quizás, desde allí es que vino a mí, esa “digestión delicada” e “insuficiencia hepática” que aún hoy estoy tratando de sanar. Todo lo emocional afecta mi digestión, afecta mi manera de dormir, y recién ahora sé que si yo actúo sobre la raíz de mis problemas, soltando todo eso que no es mío, te libero a vos, me libero yo y libero a mis hijos…. ¡Hay que cortar esa cadena que vaya saber desde cuando nos está bloqueando!

                Además siento que en mí todavía están tus fuertes sentimientos de carencia, “hay que guardar, ahorrar, prever de tener siempre algo para comer, nunca tirar nada que te pueda alimentar”. Yo nunca padecí la carencia, Uds. se encargaron de que no nos faltara lo necesario. Eso tampoco es mío, ¡pero sigue estando en mí!

                 No son mías tantas creencias que me han marcado desde que comencé a razonar: “Nadie te ayudará”, “tienes que hacerlo vos misma”, “sólo con esfuerzo lo conseguirás”, “no se puede confiar en la gente”, “el tiempo es oro”. A pesar que ya sé que “las cosas no son…”, que todo depende de la percepción de cada uno, sigue dominando en cada nueva decisión que deba hacer, impidiéndome “Ser yo misma”.

                No tengo nada que reprocharte, sé que siempre hiciste lo mejor que pudiste, y que tengo mucho que agradecerte, como el haberme enseñado a ser responsable de mi propia salud, de mis actos, y decisiones. Si bien Uds. dos no fueron demostrativos del  cariño, y yo necesitaba tanto de ese contacto de piel, nunca sentí falta de amor, siempre me supe querida, respetada y atendida. ¡Pueda ser que todo lo que estoy trabajando ahora en mí, te alivie a vos también!

                    Ahora así en soledad, y en un muy sentido acto, te devuelvo todo lo que no es mío, lo que es tuyo, y te abrazo fuertemente, para que ambas sintamos ese apretado y necesario contacto entre dos personas que se amaron siempre y continúan amándose.

 

Querido papá:

                    Si bien decidí hacerles cartas separadas, sé que los dos acordaban sobre cómo convenía educarnos, y qué cosas nos iban a decir o no decir, y vos eras el que tenías el control, sobre tu esposa y tus cinco hijos. De vos absorbí tu rigidez, tu falta de flexibilidad, y de allí vinieron más adelante todos mis problemas de ciática, que me impidieron literalmente, el movimiento. Tu manera de ser o todo blanco o todo negro, hizo que nunca tuviéramos la posibilidad de optar por los matices intermedios. Fuiste muy terminante, siempre creíste tener la razón, sin poder siquiera considerar, que las cosas dependen de la percepción del que las mira.

                   No te culpo, ya sé que todos somos un “producto” de la sociedad y del ambiente en que vivimos, y dado que para vos era fundamental sobresalir en lo que sea que se hiciera, las mujeres teníamos que ser como hombres si queríamos tener éxito. Recuerdo siempre tu dicho: “Pelos largos, ideas cortas”. Sonrío… Respondimos a tus expectativas, cinco hijos, cinco profesionales, pero creo que las más dañadas fuimos las dos hijas mujeres, los tres varones al ser menores, ya fueron teniendo padres un poquito más sueltos, no tan rígidos. Valoro a la vez tantas otras cosas: cada uno pudo elegir su carrera, todos aprendimos a ganarnos la vida, sabiendo que pase lo que pasare, saldríamos adelante.

                   Ahora todo ha cambiado tanto que seguro, no te lo podrías nunca haber imaginado. Yo, luego de muchos años de trabajo corporal y trabajo interior, me torné mucho más flexible, en cuerpo primero y en mente después. Dispongo de herramientas para ir ampliando mi consciencia, y bajando mi nivel de estrés. De todo eso en tus tiempos ni se hablaba. Soy ahora, una persona muy diferente de la que vos conociste.

                   Te quise, te quiero, y te querré siempre, solo me resta decirte: ¡Gracias papá!

 

 Queridos hijos:

                  Sólo se me ocurre decirles, que los quiero muchísimo, a todos por igual, que con algunos me fue más fácil mi papel de madre, que con otros, que siempre hice lo que me pareció mejor para lo que yo entendía como “el Bien” para Uds. en cada circunstancia.  Recién ahora puedo ver que muchas veces me equivoqué que había otras opciones que no vi, o que no se me ocurrieron. Sé que quienes de Uds. ya son padres o madres, podrán comprenderme con más facilidad que los que no lo son.

              Además muchas veces tiendo a quedarme mirando a esas diferentes mujeres que han sido las madres de cada uno de mis cuatro hijos. ¡Qué raro suena esto! Pero es que es así. Vamos cambiando tanto a medida que vamos comprendiendo… Recién ahora llega a mi conocimiento, y puedo aceptar, que las emociones que tienen ambos padres, (pero sobre todo la madre, en el momento de concepción del hijo y durante todo el período de gestación), son determinantes para el tipo de personalidad y proyecto de vida que ese hijo haga. Cada hijo queda así marcado por el ambiente energético y emocional que esos padres vivieron en esa época. Al igual que cada una de nuestras células, parece ser que somos más influidos por el ambiente, que por los genes.

                Empiezo a unir tantos conocimientos que me fueron llegando, en general por sincronías, que me voy tornando más comprensiva, más compasiva, menos culposa, menos rígida, más aceptante y amorosa tanto para con Uds. como para conmigo misma. No es raro entonces que cada uno de nosotros, habiendo vivido las mismas circunstancias familiares, guardemos recuerdos tan distintos, y terminemos también siendo personas tan diferentes.

              Los valoro, quiero y acepto totalmente, así como cada uno va pudiendo ser. Ya no les quiero enseñar más nada, solo quiero verlos vivir disfrutando, comprendiendo nuestra responsabilidad respecto a quienes vamos siendo como humanidad, y compartiendo cuando podemos, nuestras vivencias. Su mamá.

 

Queridos nietos, bisnietos y descendientes que aún no conozco:

               Es muy importante que nos interesemos por: ¿Quiénes somos nosotros los seres humanos?, ¿A qué venimos a este plano de tres dimensiones?, ¿Cuál es nuestro potencial? Todos buscamos ser felices, y ¿Qué es lo que de verdad nos da felicidad?

                Sin dudas, venimos con una misión o propósito de desarrollo a esta vida, nos acercamos formando familias o grupos afines, por vibraciones energéticas similares, pues todo en este universo responde a la ley de atracción. Probablemente ya hayamos pactado entre nosotros, en otros planos de existencia, cómo nos ayudaríamos, (pinchando o acariciando), para facilitarnos este tránsito, pudiendo así llegar a conocer la verdadera felicidad, el amor y el disfrute real, al prestar servicio incondicional, a quien sea que tengamos al lado.

                Todo lo demás, quizás puedan contármelo Uds. a mí, más adelante.

                Con profundo y auténtico amor.