Dijo Miguel Ruiz: “Tienes que ser impecable con la palabra” y yo entiendo ese “Ser impecable, como “Ser verdadero”, entonces el “Ser impecable” es algo muy amplio está en todo, en cada uno de nuestros movimientos, yo lo traduciría cómo “Ser verdadero viviendo lo que es tu propia verdad”. O sea ¡SER UNO MISMO! Y pareciera que ese es mi tema actual, el que está apareciendo en cada una de mis notas.

Entonces me pregunto: ¿estaré siendo yo misma al hablar con un ser querido, o cuando decido en cada momento moverme haciendo cosas? Y ¿para quién las hago?, ¿para qué las hago? o ¿porqué las hago? y ¿quién es el que se pregunta todo esto? Contestaría que es el que escribe, y me sigo preguntando: ¿por qué escribe y para quién escribe?

Y así esto se ha tornado en un tema de nunca acabar con tantas preguntas, entonces  decido no contestar ninguna de estas preguntas, sino hablar directamente de cómo yo estoy viviendo tratando de ser impecable y sin preguntarme más nada.

Este asunto me pide tener la atención activa todo el tiempo sin adormecerme en ningún momento, (claro que es mientras esté despierta físicamente). Algo bien difícil de mantener pues lo difícil en general me tensiona,  como creo que nos tensiona a todos, y comprendo que necesito estar muy relajada, para sentir si estoy siendo yo misma y si lo que hago es demasiado para mí y me supera.

Sé que estoy siendo ayudada por una Inteligencia Superior, que también está energéticamente en mí y que me aparece a través de la voz de mi cuerpo que en este mismo momento me dice que tengo hambre y que ya es hora de ir a calentar mi comida. Entonces suspendo momentáneamente la escritura; y siento que me estoy perdiendo de seguir escribiendo, cosa que me gusta tanto hacer.

Noto que cuando me pierdo algo, también debería buscar pues debe haber algo, o muchas cosas, tal vez, que gano. Comprendo que el motivo de que me pierda algo, es que no estoy vibrando una energía afín con la del Universo, que mi atención no está activa, entonces creo que debo estar perdiéndome también varias cosas que ni siquiera registro.

Y ahora quiero ejemplificar con alguna de mis últimas vivencias lo que estoy diciendo. Vino a visitarme y a conocer mi lugar en el Bolsón, una querida amiga que vive en Bariloche. Estuve tan feliz de poder abrazarla, de que comiéramos juntas, y de charlar de tantos temas con ella, porque hacía mucho tiempo que no nos veíamos. No me olvidé de mi “propuesta de vida” de ser impecable al hablar, de ser verdadera y de mantener la atención activa el mayor tiempo  que pudiera.

Me di cuenta que los temas que surgían en nuestras charlas eran de trabajo interior, de salud y de artesanías. Yo quería que conociera todos los trabajos que tengo hechos acá con mis propias manos y también los trabajos en madera de mi marido. La sentí disfrutar y elogiaba muchísimo  todo lo que le mostraba. Descubrí que esa admiración mutua que se notaba que las dos movíamos era lo que nos hacía ser tan amigas.

Al sentir el lazo energético que nos une, de madre e hija, observé que siendo individualidades tan distintas somos muy parecidas y por eso debe ser que nos queremos tanto. Ella me decía que la energía que movemos los seres humanos puede ser de tres niveles: el “Nivel físico” que mueve mis músculos para buscar lo que deseo, el “Nivel emocional” que nos acerca y nos hace ser amigos y el nivel “Cósmico o Divino” mucho más fino que los inter-penetra a los otros. Por lo menos es lo que yo le entendí, y me gustó mucho cómo me lo explicaba. Y así es como intento ser impecable, ¡viviendo!