A esta cuarentena la estoy viviendo con mucho trabajo interior. Necesitamos darnos cuenta de toda la belleza que nos rodea por doquier. Centrar nuestra mirada en la belleza de todo cuánto existe, y practicar esto como un ejercicio diario. Entonces veremos que esta práctica tiene el poder de cambiarnos la vida. Nuestra mirada se torna positiva y allí no sería exagerado decir que la misma «Belleza» tuvo el poder de cambiarnos el mundo.

Permitámonos ver la Belleza en todo cuánto existe, en todo lo que nos rodea. Es fundamental que encontremos la forma de ver más allá del dolor, del sufrimiento y la pena que en el mundo también existe.

Cerremos los ojos, pensemos en algo que quisiéramos experimentar en la vida, cualquier cosa, (sobre la salud propia o ajena, relaciones, trabajo, etc.) y sintamos que esa realidad ya la estamos viviendo. Agradezcamos el poder darnos cuenta, tomar conciencia  de nuestra conexión permanente con lo «Alto», resultado de esa práctica diaria realizada, de esa mirada positiva instalada. Sí, el resultado será también de agradecimiento y conexión permanente con lo  Superior, con ese otro mundo más sutil al que nosotros también pertenecemos. Observemos el alivio, la confianza y la liberación que se instalan en nuestra vida y que se derivan del hecho de dar las gracias permanentemente.

El sentirnos así conectados,  esa confianza de la que hablo, nos ayudará a vivir sin miedos. Hemos sido condicionados a pensar que vivimos en un mundo de escasez, (pues nuestros padres y maestros nos fueron trasmitiendo lo que ellos sentían y creían verdadero), y eso nos transforma a todos los seres humanos en “Rivales permanentes” que se disputan un único pedazo de torta.

Quiero dar un ejemplo de una vivencia propia, vivida en el día de ayer respecto a cómo la práctica diaria de la mirada positiva me está transformando. En el taller donde me pusieron las cubiertas de invierno, ya una vez terminado todo el trámite, pregunté si por casualidad, allí tenían soldador pues necesitaba dos toques mínimos de soldadura en una silla rodante para computadoras, dónde no enroscaban dos de las rueditas y hacía tiempo que buscaba y no podía encontrar quien lo hiciera. El joven que me atendió preguntó si la tenia allí, pues si bien allí no tenían con que soldar, uno de sus empleados tenía soldador en su casa, y fue a preguntarle si eso era algo que él podría hacer. Observándolos desde la distancia, y auscultando mis sentimientos a la vez (intro-visión y extro-visión en equilibrio) pude darme cuenta que sentía que la «Vida» era muy bondadosa conmigo… En definitiva, consiguieron que una de las ruedas enrosque, y a la otra la soldaría en su casa y me pidió que volviera al día siguiente a buscarla.

El mismo día, una hora más tarde, para tratar de solucionar el arreglo de una alfombra de yute, que alguien iría a coser a casa al día siguiente, tuve la idea de ir a ver a un tapicero conocido mío desde hace muchos años, para que fabricara la cinta necesaria que en los negocios no la conseguía. Y allí me encontré con esa misma sensación que había sentido en el taller. El tapicero y su empleado dedicados totalmente a ayudarme a encontrar la tela con el color justo que necesitaba. Trajeron y sacaron rollos, tan deseosos como yo de mostrarme lo que yo buscaba. Una vez elegida la tela me dijeron que viniera a buscar la cinta en una hora que ya estaría hecho el trabajo. Creo que la «Vida» era tan bondadosa conmigo porque también yo me involucraba, intervenía con mi mente poniendo la idea, y la intuición junto con el corazón se mantuvieron firmes a pesar de que tuve que dar vueltas y vueltas durante una hora para encontrar el lugar donde estaba la tapicería a la que hacía tantos años que yo no iba.

La «Vida» es tan bondadosa a través de gente que uno encuentra tan bondadosa, que se pone totalmente al servicio de otro y lo quiere ayudar en todo. El hecho de encontrar a donde sea que vaya esa amabilidad de la gente es la transformación que siento que se está produciendo en mí, esa es la conexión permanente con lo «Alto» que yo veo, que todo lo arregla para nuestro desarrollo y crecimiento, presentándonos situaciones placenteras y a veces no tan placenteras.