¡Por fin!, pude ver cómo nuestra mente crea esa realidad que ya hemos imaginado como posible. Y también cómo el Universo, la Matriz Divina, o nuestra Alma colabora amorosamente con la evolución de todos nosotros hacia un cambio o amplitud de conciencia general. ¡Es fantástico!, a cada uno le llega (o quizás la propia alma lo genera) eso que está necesitando experimentar. Si uno lo vive abierto, consciente, con atención sostenida e intención clara eligiendo la actitud más correcta, quizás con una sola vez ya baste…

Particularmente, siento rechazo por las ciudades grandes, pero tuve que viajar a Buenos Aires, sintiendo que todo se daba para ello, hasta pensé: “Esto me lo prepararon para mí, así que iré y me arreglaré para no sufrir el calor húmedo, las aglomeraciones, y a quienes no pueden parar de hablar.”

Con quien sea que comentaba sobre mi viaje, todos me advertían que tuviera mucho  cuidado pues es peligroso andar en la calle y hasta usar el transporte público. Le escribí a mi hermano, para que me aconsejara cómo moverme en Martinez, y en la Capital. Estos preliminares, me permitieron comprender cómo empieza  cada uno a crear su propia realidad.

Estando ya en la Capital, sentí muy importante poder ver a mi nieta de 17 años que estaba allí muy exigida y ansiosa, con la finalización de su primer año de estudio, sola, lejos de la familia. No bien cumplido mi compromiso, en taxi recomendado, salí de Martinez a las 7,30 hs, para llegar a pleno centro antes de las 10 hs. en que  mi nieta ya empezaría con sus clases y prácticas. Por suerte, a las 8,30 hs. yo la estaba despertando, y tuvimos hermosos momentos para desayunar juntas y compartir nuestras vidas.

Poco antes de las diez, salimos juntas, ella para sus clases, y para mostrarme donde quedaba la dietética, la verdulería, y el supermercado, ya que yo la esperaría con la cena, cuando volviera a la tarde. Todo bien cerca, y prácticamente en su camino. Al momento de salir tomé conciencia de tener mi cartera colgada del hombro derecho, y la bolsa para las compras, en la mano izquierda, pensando: “No necesito más que esto”, mientras guardaba un juego de llaves para poder entrar de nuevo cuando volviera.

Ella caminaba a mi derecha, y poco tiempo después de que empezamos a caminar algo me rozó apenas el brazo derecho, se hizo sentir pues fue justo donde tenía una  lastimadura. Quizás el brazo de ella, rozó el mío, pensé en ese momento y seguimos conversando y caminando. Al llegar a la esquina, me señaló el supermercado y preguntó: ¿Lo ves?; allí nos despedimos y cada una siguió su camino…  

En el supermercado, no bien pasé el control, me di cuenta de que no tenía mi cartera, solo llevaba en la mano izquierda la bolsa de las compras. Sorpresa, consternación, ¡me robaron! Retrocedí hacia ese momento ya listas para salir y volví a sentir mi presencia al momento de pensar: “No necesito más que esto”. Allí comprendí, me cortaron la correa y retiraron la cartera tirando hacia abajo. Solo sentí un leve roce, debido a mi lastimadura, sino no habría sentido nada. ¡Qué capacidad tienen para estas cosas! ¡Es asombroso!

Enseguida mi mente pasó revista al trastorno que vendría, a la pérdida de tiempo para hacer nuevos documentos y tarjetas… y a lo que, por suerte, no se pudieron llevar pues lo dejé en la mochila, en la casa. ¡Todo un inventario! Escuché una voz interna tomando una decisión, ¿sería la del Alma, tal vez?: “No me haré mala sangre, responderé tranquila a todo esto, tengo que hacer la denuncia ya mismo”, y mientras tanto salía del supermercado y empezaba a caminar.

Pocos pasos más adelante,  en la puerta de un edificio, encontré un policía armado hablando con el portero. Le conté lo que me había pasado, me hizo una serie de preguntas y me indicó la comisaría donde correspondía hacer la denuncia. Estaba a sólo dos cuadras y hacia allí me dirigí muy atenta para saber volver.

Esperé bastante hasta que me tocó el turno, me atendió un oficial joven, preguntó y preguntó mientras escribía llenando hojas… También yo averigüé respecto a dónde tenía que llamar para que clausuren mi tarjeta, y qué necesitaba hacer para validar mi pasaje de colectivo. Comprendí a la vez  que era casi imposible  recuperar algo…Cuando ya me dirigía al departamento vi pasar velozmente por mi cabeza otra posibilidad: “Salvo que la cartera se me haya quedado en la casa…” Ya habían pasado dos horas desde que con mi nieta saliéramos. Eran casi las 12 hs. cuando entré nuevamente, y ¡la cartera estaba allí! Suspiré profundo, me sentí muy agradecida, enseguida comprendí lo que pasó.

Al momento de salir, ya casi las 10 hs. mi nieta me dijo: “Espera que voy al baño”; y cuando ella salió yo le dije: “Yo también voy”, allí dejé la cartera, y salí sin ella, sin registrar su falta pues la niña me iba explicando cada una de las tres llaves que me dejaba, a dónde correspondían…  Aún ahora mientras escribo me sonrío. Estoy muy agradecida, comprendí eso de que lo que la mente imagina, es lo que la emoción y el cuerpo viven, y creo que pasé el examen de “Atención sostenida”, y que ganaré en salud…