Quien dependa de otro se sentirá dominado. “Dependencia versus dominación”, estos son en realidad dos términos opuestos.

Observo que cada vez yo dependo de más gente. Dependo de mis cuatro hijos al necesitar que me visiten que compartan conmigo sus vivencias y sus familias. Y dependo también de mis amigos y de mis empleados. Resumiendo dependo de toda persona con quien voy creando un vínculo o una relación. Pero de quien más dependo es de mí misma pues es con quien estoy en contacto todo el tiempo.

Me interesa ver bien en detalle cada uno de estos diferentes tipos de relación. Empezaré con el contacto conmigo misma. En este momento estoy   acá sentada escribiendo. Veo que yo tengo muchos tipos de contactos pero empezaría analizando el contacto “de este momento”, con el cuerpo físico, y el contacto más sentimental, con las emociones y los pensamientos.

De estos dos tipos de relación a su vez veré sólo los “de este momento”. El contacto con mi cuerpo es sin lugar a ninguna duda multifacético: las piernas no están cruzadas y eso me produce una gran alegría, contacto sentimental que se complementa con el físico. Mi espalda está bastante derecha apretando el almohadón contra el respaldo, y el cuello y la cabeza, con el mentón apenas bajo, están como sostenidos por un halo de luz desde lo “Alto”. Me pregunto: ¿será que ya se estableció esta rutina sanadora?, o ¿será como cuando la maestra te observa que uno se esmera en hacer todo bien? Yo me sonrío y creo que es más lo segundo que lo primero.

Y respecto al contacto con lo emocional y lo mental de este momento, veo que es también multifacético, lo desmenuzaré un poquito solamente, para poder verlo mejor. Pero es hora de dejar de escribir e ir a cenar, lo más probable es que recién pueda escribir mañana, pero me seguiré observando y tomando nota de lo que vea.

Hoy ya ha pasado casi otro día completo, han venido mis viejos y queridos amigos de hace más de cincuenta años, y ya son las 18 hs. Con ella hemos charlado un montón, almorzamos los cuatro afuera y él caminó, buscó hongos de pino, que no encontró, juntó diente de león y consiguió armar de nuevo una de las esculturas de Carlos: el gallito, que quedó con prótesis recuperándose. Conversando con mi amiga pude identificar en mí, varias cosas interesantes.

Una es mi dependencia de ellos al esperarlos preocupada, por ver que demoraban 15 minutos más de lo que tenían previsto. Pero nada les había pasado, solo que venían en una larga caravana de coches desde que salieron de Bariloche. La “preocupación por los seres queridos” es uno de los hábitos malsanos que quisiera, y estoy tratando de erradicar, pues no me aporta nada de bueno. Y el otro hábito que quisiera eliminar de mí, es el de sentirme “víctima” o “pobrecita yo”, que se me terminó el tubo de gas justo un domingo en que estoy sola y nadie viene a cambiármelo”, sí, eso es algo que descubrí también en mí hoy, que creía que ya no estaba, algo que no lo quisiera tener más.

Otra cosa que vi es que hay una cierta libertad en mí con respecto a las costumbres sociales en la mesa. Dado que almorzamos unos pescaditos de agua dulce, que nadie había des-espinado, yo decidí comerlos sintiéndolos con los dedos de ambas manos primero, para no tragarme ninguno, y recién después sentirlos con sumo cuidado en la boca. Estaban sabrosísimos.

Y con respecto a contactos emocionales y mentales de este momento, aparece algo con respecto a mis hijos, de los que no tengo  a ninguno cerca, y siento, hasta podría decir que físicamente, su falta en mis contactos, añoro su cercanía y el poder compartir con ellos. Por más que gracias a los celulares estamos en cierto modo comunicados, y van y vienen fotos, o mensajes o audios, pero todos sentimos la necesidad de más visitas  o contactos que en general no estamos teniendo.