Amanecí con la clara intención de no correr, de hacer lo que necesitara hacer sin apuros, tranquila… Hasta dudé de poder lograrlo… Ya había vuelto de mi actividad física, tomé mi desayuno, preparé lo que sería mi almuerzo y decidí anotar todo lo que me esperaba para atender en la tarde.

Era imprescindible que ese día, que de por sí era mi día más cargado, le agregara pasar por una librería y por una farmacia. Tenía que  comprar el regalo para mi nieta adolescente, (ya que se lo había prometido y ella lo estaría esperando), y también retirar de la farmacia lo que pedí y ya me avisaron que les había llegado. Descarté varias otras cosas que no eran prioritarias, podría resolverlas en otros espacios, otros días.

Averigüé por TE y había dos librerías posibles que tenían horario corrido, y la farmacia estaría de turno. El fluir de las energías auspiciaban mi intención. Allí apareció la idea de planificar los movimientos. Almorzar más temprano como para poder salir a las 13,30 hs. A las 14 hs, seguramente, con el poco movimiento en ese horario, tanto en la ruta como en la ciudad, ya podría haber estacionado y estar entrando al primer lugar. Así ocurrió, estaban ya cobrándole a la única clienta, y enseguida me atendieron a mí. Muy tranquila pude elegir entre los cuatro libros que me acercaron. Pagué, y con el hermoso paquete, salí directo hacia la farmacia… Allí no había ningún cliente, me atendieron enseguida, pagué y salí decidida a no mirar el reloj, (mi objeto de estrés), en ningún momento, hasta no llegar a mi primer compromiso con horario, (15 hs., mi clase de los lunes). Allí me desocupo a las 16,45 hs, y a las 17 hs., tengo mi clase de yoga, donde unas once personas me esperan, y cuando ellas se van, a las 18 hs, acomodamos todo para otra actividad, sostener la práctica de respiración y meditación, del Arte de Vivir. Entonces comienzan a llegar otras diez personas y terminamos aproximadamente 20, 30 hs. Media hora después llego a cenar a casa, cansada y feliz de la labor cumplida, del servicio realizado.

Pude estacionarme frente al lugar a donde iba, y antes de bajar miré la hora, la gran sorpresa y la alegría, me hicieron sonreír, ¡No me lo podía creer!, eran las 14,30 hs.  ¡Me ha sobrado tiempo por primera vez en mi vida!, un tiempo para no llenarlo con nada, media hora para mí, para sentir mi alegría, para sentir qué bien se estaba sin nada para hacer dentro del coche. Sentir el sol que allí era tibio, cariñoso, y disfrutar de ver veredas y jardines cubiertos de coloridas y variadas hojas otoñales…

Y me quedé recordando a mi primer Maestro de auto-conocimiento, que hará unos veinte años me decía: “Te dejas muy poco margen en tu vida, Diana, se puede ver en cada hoja que escribes, es un rasgo de tu personalidad, si amplías tus márgenes, te estresarás mucho menos…” Pareciera que recién ahora me ha llegado toda esa sabiduría…

Pensar que a veces me cuestioné tanta planificación en mi vida, pero lo que ahora comprendo, que una planificación inteligente y sin que te apegues a ella, ayuda un montón. Haber hecho estadística de los tiempos, de las diferencias del tráfico en las calles, de la aglomeración de las personas en los negocios y poder mover mi vida para que el colapso que todo el “sistema social” está viviendo en estos tiempos no me enferme, eso realmente, es algo que tengo que agradecer. Y agradezco el poder haber vivido esto con tal claridad y alegría, pues estoy mucho más atenta a no acceder tan rápidamente a mi ego que tiene tal “avidez por experimentar todo”, pues cada cosa que aparece, necesita ser meditada, ¿esto entra en este momento en mi vida, ahora que siento tan importante dejarme más márgenes?

Pareciera que por fin, lentamente, paso a paso, estoy recuperando mi ritmo natural, el que me corresponde por la edad que tengo. He vivido prácticamente corriendo toda mi vida, a un ritmo impuesto, para llegar a ser más y más eficiente, y entonces, más y más admirada y querida. Ahora valoro y busco estar más despierta, más alegre, más feliz, más tranquila y así poder experimentar la profunda unidad con todos los seres que me acompañan en este trayecto.