En estos últimos tiempos me descubrí ansiosa en dos o tres oportunidades, y aunque sé que sentirse ansioso cada tanto está dentro de lo normal, que no es problemático decidí investigar un poco el tema para saber más y luego poder escribir sobre él. Y empezaré contando solo una parte de una vivencia que viví como una verdadera odisea  y que fue la disparadora de este interés.

Una vez que la pedicura me atendió, (vive en mi barrio), salí decidida a tomar otro camino diferente al que tomé para llegar, que peor no podía estar. Me informaron que en la gran bajada que lleva a la ruta había pasado la máquina y que sólo había un poco de nieve y hielo en la última parte, (la primera para el que baja). Para volver  a casa era muy buena opción. Hice el corto trecho horizontal, llegué al comienzo de la bajada y me extrañó ver tres coches parados, la gente adentro, parecían estar esperando algo, así que yo también paré, sin saber qué sucedía. En eso me di cuenta que había un coche que intentaba subir y patinaba. De uno de los coches parados bajó el chofer y se acercó a ayudar. Yo ansiosa y curiosa me asomé un poquito con el coche, (afuera ya estaba helando), para poder ver lo que hacían, algo que entre tres hombres parecía muy difícil de lograr. Una mujer había quedado conduciendo mientras los tres hombres procuraban poner el coche en la huella, y cuando por fin el coche ya venía subiendo esa última parte, uno de ellos le hizo señas a la señora para dónde doblar, y luego a nosotros para que empezáramos a bajar, y como yo era la única mujer al volante, muy galantemente me hicieron señas para que bajara primero. Así que me largué cuesta abajo despacito, dándome cuenta que lo que sentía era ansiedad. Temía encontrarme con alguien subiendo, pero por suerte nadie subía. Había barro pero no nieve ni hielo, cuando tomé la ruta de asfalto ¡no me podía creer tanta diferencia!

La  causa de la ansiedad es nuestro permanente “ruido mental” Este ruido lo produce el miedo, la preocupación constante, la falta de descanso, el enojo la ira, y otros factores más. El remedio para la ansiedad es parar ese ruido de alguna manera, y cada uno ha de encontrar su forma de hacerlo.

La ansiedad en sí no es una enfermedad, sería más bien un estado mental que cuando se repite muy frecuentemente termina provocando múltiples enfermedades. Ante diferentes estados mentales  nuestro cerebro responde con dos mecanismos: el de supervivencia y el de adaptación.

Veamos primero el de supervivencia: por cualquier cosa que sintamos como amenaza el cuerpo hace una descarga de adrenalina  que pasa a la sangre para avisar que estamos ante un peligro. Eso nos es muy útil cuando el peligro es real, pero no cuando es imaginado y continuo. Si nuestro mecanismo de “supervivencia” está marchando todo el tiempo como ocurre en la  actualidad con tanto miedo inculcado, su accionar nos resulta dañino para nuestra salud, nos produce gases, colon irritable, y muchas otras  enfermedades. 

 El mecanismo de “adaptación” en cambio, actúa sobre el lóbulo frontal y abre nuestra creatividad, nos hace más alertas, que aprendamos más rápido, que tengamos mejor memoria, y que produzcamos nuevas neuronas. Allí la descarga de adrenalina nos es útil pues activa nuestra adaptación para ser más productivos, más nosotros mismos, y para descubrir nuestro potencial oculto y sobre todo para sentirnos contentos, y muy felices con las opciones adoptadas.

La Ansiedad es un síntoma de un problema mayor. Importante será identificar que es lo que desata mi ansiedad. En general no es la genética sino el habito, el medio ambiente es lo que más influye. Como síntoma suele aparecer el tener  miedo de perder el control sobre nuestra vida, cuando en realidad no tenemos ningún control sobre ella, pero sí  sobre lo que pensamos. Solo controlar nuestra mente y calmarla es lo que puede reducir nuestra ansiedad.

En época de epidemia o pandemia, hay mucho más miedo en cada uno de nosotros que en épocas normales. El miedo nos prepara para atacar y defendernos o para huir. Entonces el corazón se acelera, y todos los músculos se ponen tensos, es como que todo el cuerpo se encogiera, que se preparara para un gran salto.

El medio ambiente es todo: abarca mis costumbres, mis comportamientos, las compañías que tengo, mis hábitos de vida, de sueño, de cómo me alimento, y mucho más.

Ayudas: el ejercicio físico, una caminata un poquito exigente de 10 o 15 minutos, ya hace subir nuestro nivel de serotonina y el cuerpo que estaba tenso, con estrés, con  miedo se relaja. Hacer nuevos amigos. Meditar. El comer consciente, conociendo que lo dulce genera adicción por ej.  Respirar: dos o tres respiraciones profundas nos calman al instante. Busquemos un lugar confortable y enfocados en nuestra respiración, inhalemos y exhalemos hasta  sentirnos calmados. Cuidarse en todo sentido. Dormir lo suficiente cuando ya no haya luz diurna.

Cuidémonos mutuamente entre todos. Recordemos que no estamos solos, que somos seres sociables.