Se me aparece la pregunta: ¿Qué será eso de escuchar a otro?,  ¿es que yo ya sé escuchar a otros? Eso se aprende si se practica como tantas otras cosas en la vida…; y ¿yo ya lo habré aprendido? Sé que lo estoy practicando. Y mientras tanto me voy contestando a  mí misma: – “Saber escuchar a otro para mí es comprender lo que el otro siente mientras estamos conversando, entenderlo, sería empatizar con él”.

Con una de las personas con quien más trato tengo, he notado que la emoción, el entusiasmo,  o el apuro hacen que la voz se le ponga más aguda, como más chillona y que comience a repetirse, a querer convencer a toda costa a su interlocutor, en fin, veo que ha perdido su tranquilidad, como que le interesa demasiado la opinión externa.

Y entonces busco en el diccionario viejo que tengo, la palabra “empatía” y no la encuentro, tampoco encuentro “empatizar” pero si está “empatar” y me parecen que todas son de la misma familia. “Empatar” significa que dos equipos o personas obtienen el mismo resultado. Y sí, yo creo que debe ser más reciente el  uso de la palabra “empatía”; y que su significado sería que dos personas sienten igual o muy parecido.

En otra amiga que trato bastante, y que en general tiene un carácter muy diferente pues es muy seria, habla muy poco, no cuenta nada de sus vivencias ni de sus tribulaciones, da la impresión que lo único que le interesa es terminar lo antes posible lo que está haciendo. Y esa seriedad es confundida por la mayoría de las personas con enojo, pero para mí, podría ser timidez. Entonces yo pruebo de contarle cosas mías o de preguntarle ¿cómo has pasado el fin de semana, te divertiste?,  y veo que su contento es notorio.

Hoy ante un problema muy serio con la cloaca tapada en mi casita, estuve observando las actitudes de mi empleado y me di cuenta que ésta es la manera que tenemos muchos de aprender y de practicar lo que ya decidimos aprender. Él seguía muy decidido a ganarle al problema cuando yo ya veía que el problema nos había ganado a los dos, (yo era ese tipo de ayudante que casi nada podía ayudar). Solo atiné a recordarle que ya hacía mucho tiempo, cuando anteriormente nos había pasado algo similar él alquiló un “destapador de cañerías”, pero esta vez, siendo que muy bien me había escuchado, él  continuó y continuó exigiéndose porfiadamente hasta que llegó la noche.

Esperamos hasta el nuevo día, que es hoy, y seguí observándolo y aprendiendo. No creo que el aprendizaje haya sido mutuo, pues él me parecía solo interesado en ganar esa lucha, ese desafío contra la cloaca. Tuvo que esperar hasta la tarde para alquilar la herramienta, vino a casa a las 15 hs. y luchó y siguió luchando hasta casi las 17 hs. Ya la cloaca se había destapado cuando él consiguió sacar manualmente un gran manojo de raíces. Pero él continuó limpiando por una hora más para asegurarse que no habría más  obstrucción. Yo ahí admiré su tesón, y tanto empeño.

También pude aprender de mí misma al observarme en toda esta circunstancia y me pregunté: ¿Por qué me tocará vivir todo esto? Yo creo que es porque aún estoy queriendo aprender. Entre las cosas que percibo de mí misma que aún tengo que practicar para aprender es a estar muy atenta a todos los detalles, para que nada se nos pase por alto.

Por ej. Si mi ayudante va dejando sin terminar lo que estuvo haciendo, pues el sale enseguida hacia lo más urgente del momento presente, yo opté por ir haciendo una lista de faltantes para que nada se nos quede olvidado y ser persistente en recordarle sus pendientes. Para mí el dejar  terminado y ordenado es parte del proceso del hacer.