Me siento sola, pero gusto mucho de la libertad, que ya conozco, porque nadie me controla, ni me indica qué hacer o qué no hacer, ni me dice que está bien y que no lo está. ¡Se me acabaron las obligaciones!, vivo y hago lo que quiero. Decido todo por mí misma.

Los pájaros son libres, saltan, vuelan, cantan y bailan, quisiera  animarme a vivir como los pájaros, enfocados en el aquí-ahora, sin esperar que otro le traiga ese felicidad que tanto desea. Además vivir con otra persona, cosa que en esta etapa de mi vida no aceptaría pues ya llevo mucho tiempo, sintiéndome libre, sé que me traería tantos problemas que superarían lo que el mejor compañero podría darme.

Si quiero erradicar este sentimiento de soledad, sé que tengo que elevarme espiritualmente, porque en los momentos en que estoy establecida en el  Ser, conectada con mi Alma, consciente, del momento presente, de lo que siento y de lo que estoy pensando, ya no estoy sola, me siento muy bien acompañada.

Y no hay mejor compañía que la de uno mismo. Por ejemplo en los momentos en que estoy escribiendo, como pasa ahora, me siento muy conectada con mi mente, conmigo misma, y a la vez conectada con  todos mis posibles lectores. Escribo porque sé que me hago un bien a mí misma y a otros, que pueden quizás aprender de las situaciones que a mí la vida me va presentando.

Dicen los entendidos que “Así como uno piense, así se sentira”. Esta mañana justamente, quería darme un buen baño, pero el agua no salía lo suficiente caliente como a mí me gusta, y decidí seguir lo que me decía mi  intuición, confiada en que algo positivo pasaría, la dejé correr un rato y pareciera que la caldera me entendió, porque yo de caderas no entiendo nada, la regulé con la fría y pude bañarme muy bien.

Cuando como, mi cabeza tiende a divagar, pero yo me he propuesto mantener mi presencia allí, estar conmigo en el acto de comer, y dejar mi cabeza centrada en los gustos y las texturas de lo que como. Pero ante cualquier pensamiento que aparece, ya perdí mi propuesta. Dice el “Ayurveda” que uno recién debería tragar cuando masticando ha licuado el alimento y que lo óptimo sería masticar entre treinta o cuarenta veces cada bocado, entonces intento eso, y no crean que me resulta fácil. Cuando aparece un pensamiento se fue mi atención a otra parte y tragué sin querer hacerlo.  

Cuando camino la ayuda de tener puesto el corsé o “Recordatorio postural”, la siento como una gran cosa y la propuesta de caminar entrando el abdomen y con la columna recta me resulta más factible. Puedo atender el terreno que piso, la gente o los coches que pasan, y hasta seguir el movimiento de alguna gaviota, o el flamear de una bandera. No camino mucho, tengo mi recorrido, me siento en una plazoleta pequeña unos minutos y vuelvo feliz habiendo hecho el ejercicio y con los pulmones bien aireados