Lo que me pasa es que una de mis hijas me ha anunciado visita para hoy. No me dijo a qué hora llegaría y ya va siendo la hora de mi merienda, las cinco de la tarde. Así que me calmaré comiendo mi puré de manzanas. Mi propuesta de “trabajo interior” es no preguntar si ya salieron o algo por el estilo, sino esperar y mientras espero ir haciendo todas las cosas que me aparezcan para hacer. Entonces preparo mi puré pero no alcanzo a comerlo, pues ¡la veo llegar!

Ella es muy emocionable, abrazarla así, y sentirla tan emocionada me emociona a mí, y somos dos mujeres grandes que no pueden más que llorar juntas mientras se abrazan, ni se  saludan, solo lloran. Cuando yo ya puedo hablar le pregunto si viajó sola, pues ya ha pasado un buen rato y no aparece ninguno de sus compañeros. Ella me dice: “ya vienen bajando, pero lo hacen muy despacio pues vienen muy cargados, y allí nos volvemos a abrazar.

Como el tema de esta nota es “cómo estoy trabajando con la ansiedad” les cuento, queridos amigos que me leen, que trabajar con la ansiedad es un trabajo interior muy amplio que me he propuesto, que ya forma parte de mi vida. Es tan amplio que abarca todos los instantes de la vida en que estoy consciente, y cuando no lo estoy es porque hay algo más fuerte que atrajo mi atención y perdí la conciencia de mí, perdí la gran oportunidad de ser verdaderamente quien yo soy.

Con mi hija había algo muy fuerte que atrajo no sólo mi atención sino la de todos. Y eso tan fuerte era mi bisnieta que hace tres días cumplió un añito. Yo con ochenta y tres años me vi muy reflejada en ella y comprendí, lo que le escuché decir a Roberto Pérez, (un maestro espiritual occidental): que lo que nos pasa en los últimos siete años de vida es muy parecido a lo que nos pasó en los siete primeros.

Mi biznieta es una bebé muy simpática y dócil, siempre risueña, muy dada aún con los desconocidos, y yo era eso para ella. Me compró totalmente, como ya los tenía comprados a todos los demás. El trabajo interior quedó del todo olvidado. Perdí mi consciencia, me perdí a mi misma, perdí mi centro y agradecía enormemente, las veces que mi Alma, a través de la voz de mi cuerpo me recordaba que volviera al momento presente.

La voz de mi Alma me decía algo de este tipo: “En este momento has perdido tu postura, no estás sintiendo que un hilo energético sostiene desde el cielo tu coronilla y que desde allí sostiene toda tu postura. Tu cabeza no debería estar caída hacia atrás como la tienes en este momento y tu mentón no está apuntando apenas hacia abajo como si tuvieras toda tu cara y tu nariz aplastadas contra un espejo. Recuerda que tu abdomen debería empujar contra la columna vertebral y la espalda mantenerse derecha como una tabla, sin tensiones y esto no es para un momento, es para todo el tiempo”.

Que sea todo el tiemplo así, es demasiada pretensión, será lo más que pueda, será cada vez que lo recuerde y eso es lo que estoy haciendo.