¿Qué tipo de poder es el que nos puede interesar? Seguramente que no es el poder de dominar a los otros, ni de sentirnos superior a ellos, ni más inteligentes, ni más creativos, no, no, nada de compararnos, nada de medir nuestras fuerzas, nada de competencias.  Por lo menos, lo que yo busco es el poder de ser yo misma, busco mi autenticidad. Y para que esto pueda darse es muy importante el trabajo interior.

¿Y a que llamamos “trabajar interiormente”?  A algo que abarca mucho más de lo que podemos imaginar. Abarca el desarrollo de la atención, de la presencia, de encontrar esos momentos de quietud, de estar tranquilos, pacíficos, en silencio, mirando hacia adentro, sintiendo la alegría de vivir, agradeciendo cada mañana el poder tener un nuevo día que está aún inédito, en blanco total para escribir allí lo que sea que sintamos. Y a la vez  sintiendo ese tironeo desde arriba que nos llama y nos llama: sintiendo “el llamado de lo Alto”.

Necesitamos confrontar para crecer, crecer para ser, ser para vivir, y sentir para poder compartir con los demás. Crecer es amar, comprender, imaginar, dar, saber recibir, cuidar el equilibrio interno y el externo, (tanto de nuestro ambiente interno como del externo), y pasar tiempo observando la naturaleza. Crecer es saber ser feliz tanto en las buenas como en las malas. 

El poder que yo busco y creo que es el que buscamos todos, es el poder de:

1) –  conocernos a fondo, tanto en nuestras debilidades como en las fortalezas;

2) –  gobernarnos, o sea cumplir con nosotros mismos, con lo que nos propusimos;

3) – de ser capaces de pedir perdón ante nuestros errores;

4) –  de saber que a Dios cada uno lo reconoce y nombra a su manera;

5) – saber que en las relaciones nos entrenamos para conocer mejor a los demás;

6) – de animarnos a salir de nuestra zona de confort y “sentirnos incómodos”;

7) –  lo que busco es mejorar el mundo, a mí, la unión de mi familia y el entorno;

8) – no pensar en el resultado de la acción sino en el disfrute que siento;  

9) – saber que necesito eliminar los juicios y las quejas, educando con el ejemplo;

10) – que con curiosidad he de preguntarme: ¿Qué lo habrá llevado a actuar así?

11) – comprender que todos necesitamos ser escuchados, entendidos, y amados;

12) – saber que la percepción alimenta la alegría, y ésta alimenta la creatividad,

13) – que la creatividad nos hace crecer,  evolucionar y conocer la real felicidad;

14) – que la ilusión alimenta la expectativa y el miedo, y el miedo alimenta el enojo,

15) – el enojo alimenta la queja y el estrés. El estrés nos enferma, corrompe y mata;

16) –la meditación es gran ayuda, en esencia es «sentir el llamado de lo Alto».

Y para terminar quisiera decir que el AMOR es la fuerza transformadora y creadora más poderosa en este mundo y en todo el universo. Es la fuerza que mantiene la vida, en todas sus escalas y formas, la fuerza que nos acerca a lo que todos buscamos, o sea a la felicidad.