Después de estas vivencias que deseo compartir acá para todos Uds. veo que se puede vivir en “celebración constante” y que eso depende de nuestra vibración o actitud interna, y de mantenernos alineados con lo Alto.

Como cumplía años este reciente jueves decidí comenzar el día con un masaje ayurvédico, y dado que el turno disponible en la semana, era para el lunes, allí comenzó la celebración con mucha alegría, plenitud y agradecimiento.

Haber escuchado la voz de mi cuerpo, entendido su lenguaje, y atendido su pedido fue el verdadero inicio de esta comprensión. Todo continuó dándose en pequeñas sincronías de la vida cotidiana. Bastaba que me apareciera la idea de ver a alguien, de comprar algo que no sabía quien lo tendría, o de ir a algún lugar que desconocía, que todo se daba casi en el mismo momento. Me sentía ayudada, guiada, facilitada, y a la vez maravillada.

Tuve el encuentro familiar posible en Bariloche al mediodía del mismo jueves, y allí pude disfrutar de la presencia de los que estaban, y sentir la cercanía de los que ya no estaban. La emoción me conducía a pensar: “Esto es toda la celebración que mi alma me pedía”.

Amigos y familiares de El Bolsón que querían festejar conmigo, habían anunciado en qué momento podrían visitarme para poder “compartir, cantar y bailar”. Acordamos días y horarios ocupando la tarde del jueves, del viernes y del sábado. Y como casi siempre nos ocurre, porque todos tenemos imprevistos que nos hacen cambiar lo ya programado, estuvieron varios a los que no esperaba y faltaron algunos que enfermaron o viajaron. Lo más asombroso es que la Vida cambió la sobrina que vendría, (pues eso resultaría favorable para los tres participantes). Las tres nos despedimos encantadas y muy movilizadas. 

Lo que más me sorprendió y agradecí es que conocí a nuevos familiares y que todos fueron encuentros íntimos, de dos o tres individualidades, en que podíamos expresarnos, escucharnos, conocernos y sentirnos mutuamente, y el tema “familia” y las emociones que ese tema mueve, allí rondando estos nueve días. Comprendo que está el sentirme, saber lo que necesito, física, emocional, y espiritualmente, decidir el movimiento, y también el saber que la “Inteligencia Máxima” estará siempre interviniendo, cuidándonos, que no estamos solos, que todo es UNO, que no hay DOS.

Y todo esto continuó al día siguiente pues un amigo al saber que yo volvía el domingo temprano hacia Bariloche, me pidió que lo llevara para tomar un avión en la tarde. Las sincronías siguieron dándose para maravilla de los dos y así se dan siempre para todos. Hay que saber verlas, aceptarlas y extraer el aprendizaje que traen.