Pero me ganó y me obligó a cambiar mi actitud. Ayer justamente intenté abrir un frasco usando varios de los sistemas conocidos, pero como la fuerza en general en mí no sólo ha disminuido sino que casi podría decir que ha desaparecido, forcé demás mi mano derecha, que es mi mano hábil, y ya casi no puedo hacer más nada con ella sin gritar por el dolor. Y no pude abrir el frasco. Sé que la artrosis favorece que esto ocurra, y ya el médico me había dicho que para no herir más mi muñeca derecha, no lleve colgando peso en esa mano que cuelgue lo pesado, desde los hombros. Parece que lo olvidé.

¿Qué será lo que primó en mi inconsciente? – yo me preguntaba, pero no  encontraba respuesta posible. Allí vino la ayuda de lo Alto, la sincronía que necesitaba. Llegó mi ayudante porque íbamos a instalar un artefacto eléctrico, y juntos leímos las indicaciones del manual, sin llegar a entender dónde irían algunos tornillos y arandelas que traía. Le dije que preguntara a alguien que conociera al respecto, y allí él dijo: “Esto no me va a ganar a mí”, y se fue.

Eso es lo que ayudó a que me vea. El ego se cree todo poderoso, pero solo es un servidor de lo que en esencia somos. Toma la posta no bien dejamos de estar en el momento presente. Como eso nos ocurre de continuo casi podríamos decir que el ego es el que decide. En mi caso él fue quien decidió abrir, sí o sí, el frasco sin considerar las condiciones físicas en que yo me encuentro. Ahora comprendo que todo este dolor y malestar que estoy viviendo es un aprendizaje, y que en esta etapa de mi vida, necesito aprender a pedir ayuda casi para todo lo que quiero hacer.

Digamos que soy una “hacedora” y que ya sería bueno que aprenda a agradecer todo lo que la vida me ofrece para que disfrute. Agradezco esta merienda que acabo de tomar, sentada al sol, en una tranquilidad absoluta. Estoy feliz de estar acá en la chacra, y de poder comunicarme con mis hijos aunque sea a la distancia. Parecía que eso sería imposible ya que los primeros días no encontraba ninguna señal para mi celular, pero ahora si encuentro, y si bien a veces hay que esperarla, los mensajes van y vienen. Aún no puedo hacer desde acá llamadas telefónicas, y tampoco recibirlas.

Tengo tantas cosas para agradecer, como el haber nacido como un ser humano, y ser una persona investigadora de la vida y sumamente creativa, que ya ha decidido eliminar la queja de su vida, pues eso es lo que le impediría el disfrute y el agradecimiento. Y agradezco el seguir viva, cada nuevo día cuando me despierto, por fin, habiendo descansado y con planes que me entusiasman. En realidad, cuando me acuesto estoy agotada, la posición al cocinar me cansa mucho, hago cuatro comidas diarias, y no puedo dejar de comer y que sea algo sano, cocinado por mí misma, donde yo conozca los ingredientes que lleva. Estoy en campaña de conseguir una ayudante para la casa pues el único que tengo desde hace años es una ayuda para todos los trabajos externos y es gracias a esa ayuda que yo puedo tener este privilegio de venir todos los veranos para acá. En fin, ¡agradezco la vida que tengo!