Al estar enfermos y doloridos afectamos a nuestras relaciones más cercanas. Nuestros familiares quisieran aliviarnos pero no pueden y eso los hace sufrir. Algo muy diferente ocurre si nos saben aquejados, y avejentados pero nos ven entretenidos, sonrientes, o nos escuchan cantar, o nos ven bailar. Cuando comprendo esto y sé que a mí también me ayudaría que ellos no sufran, me pregunto cuál será el camino correcto para conseguirlo.

Como sé que la simulación no lo es, me quedo pensando en alguna otra forma que me sea posible. Y entonces recuerdo a la “visualización” y decido empezar a practicarla. Ya tengo mi rutina de meditar y me consta que eso me ayuda pero necesitaré más práctica con esto para poder ver realmente sus efectos. He de construir imágenes mentales de lo que quiero lograr, verme a mí misma ya bailando, o cantando, y entretenida sonriendo, y ¡hacerlo!

Interrumpí la escritura para mi merienda y ahora quisiera poder  compartirles el cantito que me inventé cantándolo, pero como no sé escribir música, iré resolviendo como hacerlo al escribirlo acá.

Como una daaama.

Que no está en la caaama.

Que cocinaaaa…

Y  caminaaaa…

Y que caanta yy sonríeentreetenida.

Cuando inveentaa suus bonitas pooesías.

Siempre cuando hago mis caminatas o me muevo dentro de la casa para recordar de enderezarme y tener una postura digna me digo mentalmente  esto: “Como una dama” y desde allí es que salió este canto que les comparto ahora.

Para ayudar a que la visualización ocurra he de pensar siempre en presente y en positivo, y porque las imágenes salen de mis pensamientos necesito cuidar cómo pienso, pues de eso depende que realmente me agraden las imágenes que cree, que me den alegría. Por ejemplo: si mi deseo es sanar  mi artrosis he de decir: “ya estoy sana”, o “nada me duele” A veces puede venirme una sensación o un sentimiento antes que la imagen, y he de guiarme por lo que aparezca. Mientras más practicamos esto más fácil nos va resultando.  

Para poder sanarme entonces, ante todo debo cambiar mi manera de pensar, porque el cuerpo sigue a nuestros pensamientos. No hemos de querer curar el síntoma, cuando en realidad el Ser o Alma pretende curar toda la persona que habría enfermado. Además tenemos la posibilidad de preguntar a nuestro corazón o “maestro interno” si es correcto lo que estoy haciendo, si lo que hago ayuda a sanarme y a mi crecimiento espiritual. Y desde adentro llegará la respuesta, justamente con esa sensación de correcto o incorrecto.