El cuerpo humano, es algo admirable. Un regalo que recibimos y que en general no agradecemos y valoramos en la dimensión de lo que es. Tenemos 100.000 millones de neuronas que pueden ser entrenadas para lo que uno quiera. La luz que llega a la retina de los ojos es trasmitida al cerebro en forma de estímulos nerviosos a una velocidad de diez millones de estímulos eléctricos por segundo, tal como si fuera un sistema morse. Después el cerebro tiene que reaccionar a la misma velocidad, (430 km./hora).

Acá yo me sonrío, ¡cuántas cosas del cuerpo humano no conozco!, y si lo considero un regalo de gran valor, me gustaría conocer. Supongo que a muchos de mis amigos les pasará lo mismo y por eso decido escribir todo esto a medida que me voy enterando y asombrándome más y más de lo que somos.

Las decisiones se toman en un instante, ejemplo el boxeador, y allí nomás es trasmitida al cerebro. No solo son estímulos eléctricos sino que también hay una liberación de químicos. Al final de cada célula neuronal hay una sinapsis, espacio muy pequeño entre neuronas. La primera neurona es la que libera la sustancia química. Se podría decir que todo esto es una mezcla de una tormenta química y una eléctrica. Lo asombroso es ver cuán adaptable es el cerebro.

Mientras más veces lo hace, el cerebro aprende y lo codifica en la memoria celular. Esto se llama “Neuro-plasticidad”. Cada una de las neuronas puede establecer hasta diez mil conexiones con otras neuronas. Esas conexiones cambian dependiendo de las cosas que más hacemos. Ese es el mecanismo de acción que hace tan adaptable a nuestro cerebro y a nuestra mente. Es también la base del aprendizaje, del cálculo de la mente y de la memoria en nosotros.

Así es como al formar una nueva destreza, y repetirla una y otra vez, estamos completando nuestra tarea para fortalecerla. Eso pasa con todas las tareas que piden el uso de nuestros músculos, pueden quedar guardadas por el resto de nuestra vida, de allí el dicho: “Es como andar en bicicleta”, pero no pasa lo mismo con el recuerdo de caras y de nombres de personas, porque las neuronas olvidan, aun teniéndolas en uso, el cómo hacer esas conexiones. Y acá me vuelvo a sonreír, he conocida a tantas personas y a muy pocas las recuerdo, y menos aún sus nombres.

Hay una manera en que una memoria pueda permanecer y es cuando se asocia a una emoción muy fuerte. Porque las emociones y el sistema nervioso van de la mano. Además de procesar las emociones el sistema nervioso es el encargado de decidir como reaccionaremos a ellas. Pero hay veces que las emociones son tan fuertes que sobrecargan el sistema pudiendo llegar a poner en riesgo la propia vida.