Desde hace tiempo estoy pensando que el presente, tiene  un “antes”, y un “después”. Entonces al leer esto ten en cuenta que te estoy hablando desde el “eterno presente”. Puesto que la que escribe, está siendo y transformándose momento a momento; y que tal como otras almas, decidí bajar a experimentar la emoción y el amor que este mundo nos ofrece.  Y que yo, como todos, ya traigo un conjunto de dones, adquiridos en reencarnaciones anteriores, y tengo muchos aprendizajes para realizar.

Igual que otros, necesito tener vínculos profundos (a quien contarle lo que me pasa, o un sueño), y también vínculos simples, con gente que no conozco, que me los cruzo cuando camino por la calle, con alguien que quizás vea que necesita algo, entonces paro y le pregunto, y si puedo lo ayudo. Por lo menos, el ofrecerme ya me hace sentir muy bien. El sólo hecho de cruzarme con una persona, y saludarnos o simplemente sonreírnos, ya es crear un vínculo.

Entre los dones que yo traía, sobresalía la creatividad. Desde pequeña, creo que antes de concurrir a la escuela, ya me entretenía dibujando y usando distintos colores. Yendo a primer, segundo o tercer grado, la maestra mandó una nota a mi madre diciendo que no le hiciera los dibujos a su hija. Mi madre contestó: – “Yo no podría hacer los dibujos que ella hace”. Es por eso que decidí estudiar arquitectura, y durante 30 años me dediqué a esa profesión.

La creatividad puede aparecer de tan diversas maneras, que cuando miro hacia atrás en mi vida descubro cosas que a mí misma me sorprenden. Cuando yo tenía 54 años, mi segundo nieto estaba teniendo su cuarto cumpleaños y como quería darle una sorpresa a él y a su grupo de amiguitos, me puse un abrigo grandote, un gorro con pompón, era invierno, una pelotita roja en la nariz, anteojos oscuros, y así me disfracé de “Brujilda, la maga”. Le pedí a mi marido que me dejara a una distancia de la casa para que nadie pudiera ver el coche,  golpeé a la puerta y con voz muy afilada dije que traía un regalito para Gastón. Todo lo que siguió después sería muy largo de contar, pero todos nos divertimos mucho.

¿Y cómo aparece la creatividad en mí actualmente, con mis 84 años? Como tengo temblor esencial, en ambas manos, y más en la derecha, entonces no puedo dibujar más. Hasta los setenta, lo pude hacer, pero luego ya no. Creo que allí yo empecé a pintar con palabras en la computadora, pues si escribo a mano, ni yo misma me entiendo. Uno de mis hijos me puso una página en Internet. Tampoco de esta forma me resulta fácil, mi temblor, hace que salte el cursor, que se repitan letras, o que se borre parte de lo escrito, pero mientras pueda, lo quiero seguir haciendo pues eso me permite “compartir” y a la vez “enseñar” a quienes gustan de leerme, y estos son otros dos dones que también traigo.

¿Cómo aparecerá en mí la creatividad en un futuro? Para contestarme esto, recurro a una visualización de lo que quisiera que sea. Yo desearía vivir mientras pueda comunicarme y ser útil, de alguna manera, a mis seres queridos. Y deseo poder seguir disfrutando de la vida, aunque sea en pequeñas dosis, para así no atorarme. Me visualizo, muriéndome sin miedos, tranquila, despidiéndome de todos, tal como lo pudo hacer mi marido, cuando ya su médico le comunicó que lo suyo era terminal. En este momento, veo que hijos y amigos se acercan de a uno, y podemos conversar o despedirnos, como sea que podamos hacerlo, ya que lo importante es vivirlo. Así lo pudo hacer mi marido conmigo, y eso lo sentí como una “Gracia” que desde lo Alto se nos otorgó.