¿Quién habla y quien escucha en mí? ¿Será el Ser Profundo, la Consciencia o Mente Abstracta, o será la Mente Concreta o Ego, la que está hablando, y que también puede ser quien está escuchando? La Consciencia no opina, no juzga, observa y siente, y puede irradiar agradecimiento  hacia el ego, (pues ese es su lenguaje), por los servicios que presta, indicándole a su vez, muy suavemente, que en este momento no se lo necesita, que ahora puede descansar.

Para ser alquimistas en nuestro propio laboratorio interno, hemos de permitirnos vibrar, “con-movernos”, o sea dejarnos mover por cada circunstancia que la vida nos presenta. Tendremos que tener una atención bien despierta e ir buscando constantemente ese equilibrio interno que es tan fácil de perder. Se trata de equilibrar “el querer con el no querer”, “el me gusta con el no me gusta”, “el me molesta eso que está diciendo, pero ahora su gesto me encanta…”  O sea que se trata de estar muy conscientes de lo que sentimos, buscamos y hacia donde está orientándonos el Universo o sea nuestra Alma.

Además he de observar mi propia charla mental, que también suele ser muy dañina y repetitiva sin ningún resultado positivo. Para esta observación debo ya estar identificada con el Ser Profundo, no con mi Ego. Es el corazón el que escucha a la cabeza. Cuando me mantengo identificada con el Ego, es que estoy queriendo manipular al otro, o me dejo atropellar… y cuando así ocurre, es porque algo espero obtener. Esto sería una relación entre Egos y aquí es muy difícil soltarse y soltar al otro. Solo se puede en una relación consciente, por el verdadero amor que ambos sienten, sin que haya apegos, donde el propósito común es el crecimiento espiritual. Allí podemos realmente ¡Soltar!, y cada uno atender su proceso, sin que eso interfiera en el mutuo amor.

“Amor” y “Consciencia” son una única energía, ambas conectan con lo que une a las personas. El “temor” sería la energía contraria, que pertenece al ego, que separa, que busca asegurarse de todas las formas posibles. Recientemente pude experimentar como actuó el temor en mí. Tenía  tomado un turno para ir al médico, y eso no es fácil de conseguir. Luego pude encontrar quien me lleve hasta el consultorio, y me devuelva después de una hora a mi casa. Ante el temor de perder todo ese rompecabezas armado, en una conversación con un familiar entendí erradamente de que tendrían que viajar en estos días, (pero era recién al próximo mes). La sola idea de que podría pasar, hizo que internamente pasara, y que yo ya no pudiera dormir. Por eso es que decimos que todo lo que pertenece al ego nos aprisiona, es nuestra cárcel, y es muy difícil el liberarnos de él. Pero el ego también tiene sus funciones que cumplir y puede resultarnos tan útil o dañino como nuestra mente.