Sobre «el Ego»

¿Qué parte nuestra sería el tan mentado “ego”, que aparece coloquialmente en casi todas nuestras actuales conversaciones? Según Fritz Perls: “El Ego es una función del organismo. No es una parte concreta de él, sino que más bien es una función que cesa, por ejemplo, durante el sueño y el coma, y cuyo equivalente físico no puede encontrarse ni en el cerebro ni en ninguna otra parte del organismo”.

El ego/mente/cuerpo sería una entidad temporal, que tiene fecha de caducidad, y es parte de nuestra integridad. Este “ego” se cree el origen de la energía vital, siendo sólo un receptor de ella, dado que únicamente puede auto-sustentarse debido al Ser, esa chispa divina, eterna, omnipresente, inmaculada que es nuestra verdadera esencia. Este ego divide los sucesos en polos opuestos, (atacante / víctima) proyectando la culpa hacia adentro o hacia afuera como ira, resentimientos, cosa que contribuye a aumentar nuestros miedos permanentes.

Propongo que hagamos una comparación entre el “ego psicológico” (ese que usamos en nuestro hablar cotidiano) y el “ego espiritual” o “consciencia”, ya que son bien diferentes. El primero es de estructura dualista, es un aspecto de la mente que juzga, que confunde la percepción subjetiva con la realidad, que intenta resolver la realidad externa y equilibrar los conflictos internos entre los impulsos primitivos y la conciencia, y que considera que una personalidad es saludable, cuando es realista y equilibrada. En cambio, el segundo, el ego espiritual, es una autoridad protectora, que no juzga, ni castiga, es benigna, y su misión es educativa. No se proyecta en el mundo externo, ni se vuelve contra uno mismo.

 Algo que considero muy importante es poder ir evaluando a qué parte mía está sirviendo el ego, ir viendo momento a momento, si se cree el amo y señor de la casa, o si está al servicio del Ser. Muchas veces ese lamento excesivo, ese revolcarse en la culpa, es utilizado por el ego para aparecer como el héroe de la tragedia, ya que el ego cobra fuerza, al alimentarse  de la negatividad. En el plano espiritual no existe ninguna justificación para un resentimiento. Esto el ego no lo puede admitir, al no poder comprenderlo, lo denigra. Ese ego sería “una brújula errónea que nos orienta equivocadamente”. En general él es el que domina en todos nosotros. Al tomar una posición en favor o en contra de algo o de alguien, ya estamos juzgando, desciende nuestro nivel de consciencia, entramos en la negatividad, en la ilusión, en la línea del tiempo y del espacio y de todo eso es de lo que se alimenta el ego. Ésta es su única fuente de energía y de poder, pues necesita de un nivel de conciencia bajo.