Estoy lejos de mi casa, en otra ciudad lejana, compartiendo una semana con amigos muy queridos, poco visitados y en etapas de vida diferente a la mía. Agradezco esta excelente oportunidad para intimar más con ellos, para ir conociéndonos un poco mejor, y así poder profundizar en nuestra relación. Me interesa vernos funcionar en la convivencia diaria, tanto a mí misma como a ellos dos, y desde allí es que me animo a generalizar para todos los seres humanos, las coincidencias que veo en nosotros tres. Esto es lo que generó el nombre de este artículo, y lo que aquí quiero narrar.

Veo que somos seres repetitivos, muy distraídos, que nos contamos las mismas historias ya vividas, recordando (o sin recordar) que ya las contamos, pero si escuchando y prestando cada vez menos atención a los mismos cuentos que ya conocemos. En síntesis, capto muy poco la realidad del otro, nuestros intereses, creencias y hábitos adquiridos, no son ni parecidas a los de algún otro de este pequeño grupo que tomo como tipo para mi generalización. En lo que sí coincidimos es en que “no escucho ni veo la realidad del otro”, y en que por un “respeto mal entendido”, me puedo escuchar muchas, muchas veces, estoicamente, esas mismas historias.

Ahora continúo hablando de mí misma, de lo que puedo observar en mí: 1) – Lo que me interesa en lo profundo no lo estoy  atendiendo en la medida que quisiera 2) – Que mis pretensiones son muy grandes, y que eso genera una exigencia en mí que me juega en contra y no a favor. 3) – Que me acepto así como estoy pudiendo ser al comprender que todos somos la resultante de tantas influencias de todo tipo: (internas y externas, actuales y ancestrales, conscientes e inconscientes, y mucho más) actuando en todos nosotros.  4) – Las sincronías se siguen dando, creo que cada vez en mayor medida, y esto es algo que agradezco muy especialmente. 5) – Veo que me ordenan las respuestas al momento presente, 6) – Que están en todo momento, sea lo que sea lo que la vida me presente,  traiga  crecimiento con gran dolor o sin él.  7) – Que las siento como un idioma muy particular de comunicación con lo Divino, de quien las recibo como guía. 8) – También tomo conciencia que si bien todos somos esencialmente lo mismo e iguales, como «individuos» somos únicos e irrepetibles en toda la historia humana. 9) – Por mi edad cronológica puedo convivir con 4 generaciones a la vez, algo también para agradecer por el gran aprendizaje que deja. 10) – Siento que la “Vida” es la “Luz” que  mi guía, la “paciente maestra” que se adapta a mis posibilidades, y la “madre amorosa” que me permite comprender que vinimos a este mundo a tomar conciencia de que ya todos somos “compasión, amor incondicional, esperanza, verdad, confianza total, entrega  y mucho más”. 11) –  Durante la adolescencia ya la vida me hizo entrar en el verdadero campo de juego: el de las dificultosas relaciones humanas. En este momento lo agradezco pero en aquel entonces lo sufrí muchísimo. 12) Y actualmente continúo jugando en ese mismo campo de juego tan fructífero en enseñanzas, aún cuando algunas sigan siendo dolorosas, y pueda agracecerlas.