Necesito clima benéfico y espacios desocupados

En mi caminata diaria, ayer hacía calor. Camino despacio y tengo que hacer varias paradas para descansar porque el terreno es ondulado y sube y se tranquiliza y luego baja un poco y vuelve a subir. Aprovecho esos minutos para observar todo lo que me rodea. Un juego de luces y de sombras hermoseaba aun más el bosque. El disfrute era total, mi alma me lo agradecía y me pedía que nos quedemos a vivir allí para que el disfrute no se terminara nunca.

Hoy hacía más calor, supongo que casi 30 grados. Mis amigos decidieron bajar al río, (unos 700 mts. de desnivel), y eso para mí era mucho. Así que yo habré bajado la cuarta parte, y subirlos me costó. Llegué y para descansar la hamaca que está colgada en la terraza me llamó y a eso no me pude resistir.  Allí me pude acostar y levantar las piernas que es la manera en que mi espalda mejor descansa y además puedo hamacarme también… ¡Disfrute total!

Busqué una colchoneta delgada y suficiente, y un almohadón para la cabeza. Creo que hasta dormité un rato, mientras las piernas, casi en automático, producían ese leve movimiento: adelante – atrás, adelante – atrás. El sol empezó a darme directo en la cara y al mover la cabeza descubrí ese tronco de ciprés del que estaba colgada la hamaca, y que yo veía de abajo hacia arriba. Ese árbol, en una carrera ciega por alcanzar la LUZ del Infinito, me enseñó que cuando uno está presente, lo tiene “todo” y no tiene ninguna necesidad de esperar nada. Lo sentí como un ser vivo, un compañero mío, con quien estoy compartiendo la vida en este planeta. Ese tronco es ¡una verdadera maravilla! Mañana intentaré sacarle una foto pues con palabras me está siendo muy difícil trasmitirlo.

Respecto a los espacios desocupados, en realidad lo que busco es “orden y limpieza” y para eso tengo que desocupar y abrir espacios que al verlos como a mí me gustan me traigan ese disfrute, alegría y felicidad que todos buscamos. Y tengo tanta cosa acumulada por las dudas de que pueda alguna vez necesitarlas y otras porque me traen recuerdos de momentos hermosamente vividos con personas amadas, algunas que ya no están y otras que están lejos.

Tendré que seleccionar, qué dejo y qué doy a alguien que le sirvan o las aprecie. En eso estoy, pero necesito hacer varias selecciones si quiero tener los espacios de mi vivienda así como los visualizo. Cambio de lugar las cosas  y llevo de acá para allá y traigo de allá para acá, con la desventaja de que a veces no recuerdo después dónde las puse…

Para lograrlo trabajo internamente conmigo. La edad juega en contra, la memoria también se desgasta, y el cuerpo se cansa… Sin embargo, aun teniendo ayuda, esto tengo que hacerlo yo, porque si yo misma no sé justo como hacerlo y voy probando, menos podrán saberlo ellos. Me digo: “Una cosa por vez, y con atención plena”. Me hago un montón de listas, anoto todo, y cuando siento que tengo que dejar, suspendo y descanso.

El aprender a vivir no termina nunca, continúa hasta el último día de nuestra vida, de ésta y posiblemente de muchas otras. Según dicen las antiguas tradiciones, estamos en la rueda del Karma, hemos de pagar por los errores y así terminaremos todos aprendiendo.