Comprensiones

Qué voy comprendiendo con la práctica diaria

He estado leyendo y estudiando bastante al respecto del Temblor Esencial, y he ido aplicando en la vida cotidiana todo lo que fui pudiendo. Puedo decir que ya se ven algunos resultados. Lo básico de todo este trabajo interior es la seria autenticidad de la propuesta. Necesito darle prioridad y responsabilizarme para que algo empiece a ocurrir. Además es, en lo posible, TODO EL TIEMPO

Este trabajo interior abarca no sólo las manos y la voz, sino todo el cuerpo, por dentro y por fuera. Es lo que como y cómo lo como. Es lo que elimino y cómo me limpio. Es lo que pienso, y lo que no pienso… Es el ambiente en que vivo… es el servicio que presto…

¿Y qué empieza a ocurrir?

La voz tiembla mucho menos, y eso me lo han dicho muchas personas. Con solo estar en general más relajada, las emociones ya no me dominan totalmente. No me he vuelto más insensible, por el contrario, estoy más sensible, más compasiva, pero menos impresionable, menos emocionable. Mucho más afirmada y estable. También comando mejor mi mano derecha, que tiembla bastante menos siempre que esté “totalmente presente” en lo que esté haciendo. Basta que crea que alguien me mira o juzga, para que la mano empiece a temblar.

¿De qué depende todo esto?

La práctica respiratoria y meditativa diaria me ayuda muchísimo. Observo que cuando hago algo tranquila y con entusiasmo, y estoy totalmente presente, con la mente enfocada en lo que hago, el ego participa mucho menos, desaparece el “querer lograr” y el deseo de que me aplaudan, disfruto de lo que hago, me siento feliz, conectada y cuidada por lo “Superior”.

Empiezo a comprender que “no ser quien en verdad soy”, implica un cuidado extenuante; que la persona auténtica no pierde su energía mintiendo y disimulando; que su claridad y rectitud consigo misma reduce su problemática psicológica y se siente viva, llena de energía y entusiasmo. El aprender a cada instante es mi destino, hacia allí me dirijo, me dejo guiar confiada, he perdido gran parte de mis miedos, y al ser tal como voy pudiendo ser, inspiro a los demás. Ese es mi servicio, siento que esa es mi misión, que a eso vine.

El instinto del hambre y la agresión reprimida

¿Cuándo habrá comenzado en mí esta resistencia a confrontar, a morder y a herir junto a este temor a las represalias, (a que me dejen de querer)? Siempre jugué el rol de “buenita”, me esmeraba en cumplir, en hacer los deberes, en ser como mis padres decían que debíamos ser… Visité al dentista desde muy joven, y callé, y guardé y no lloré, todo el sufrimiento por la relación con mi hermana mayor. Todo eso generó tal contracción muscular o bloqueo energético en la zona de la garganta que por momentos sentía allí una pelota del tamaño de las de tenis… No me extraña que este “Temblor esencial” también aparezca en mí, en la voz…y que también desde muy chica tuviera problemas digestivos con permanentes dolores de “panza”.

¿Cómo estoy trabajando con esto ahora? Dándome todo el tiempo que necesite para comer masticando a fondo, hasta dejarlo casi líquido, degustando, saboreando, distinguiendo sabores y texturas, distinguiendo lo que nutre y equilibra de lo que es presentación o condimento… En general atiendo todo el proceso y soy feliz cuando puedo compartir: lo cultivé, lo cociné, lo disfruté, lo mastiqué y lo digerí… Por fin estoy comprendiendo que con la masticación termina la preparación mecánica del alimento para el siguiente ataque de los jugos químicos del cuerpo. Luego de toda esta preparación mecánica y química, viene la asimilación del alimento, y me pregunto:

¿Cuánto estoy asimilando de todo lo que como? Todo lo que el cuerpo no puede asimilar y no puede eliminar, es basura que acumulará de diversas maneras, dando origen a todo tipo de enfermedades. También acumulamos basura psicológica desde el pasado, todas las situaciones no completadas y los problemas no resueltos, todos los rencores y deudas y exigencias no pagadas, los desquites no materializados, etc.

De una vez por todas quiero restablecer toda la asimilación orgánica como una unidad, para lo cual he de tomar en cuenta el metabolismo mental y mirar el material psicológico del mismo modo que el alimento físico. Debo insistir e insistir en masticar todo hasta que sea una sola pasta y prepararlo así, para que sea asimilado.

Según Fritz Perls: En la inhibición total de la agresión dental, la agresión no usada se vuelve hacia la autodestrucción del propio individuo y se manifiesta como despecho, descontento, regaños, preocupación, quejas, irritación, u hostilidad. Hay casos en los que toda esa voracidad se dirige contra el mundo. (En mi caso, en destrucción total de los propios dientes). 

La impaciencia

Muchos adultos, y yo me reconozco entre ellos, comemos apurados, tragamos el alimento sólido «como si» fuera líquido, sin desmenuzarlo. Nos caracteriza siempre la impaciencia. Exigimos la satisfacción inmediata del hambre, y cuando esa impaciencia se combina con voracidad e incapacidad de lograr satisfacción, se convierte en una “avidez que pide más y más de todo, no solo de comida”.

Puedo percibir la íntima relación entre voracidad e impaciencia, al observarlas en mí, junto a la excitación del hambre que avisa, como la del niño de pecho cuando mama. Esa tendencia destructora, que debería tener su salida biológica natural en el empleo de los dientes, permanece sin gratificación.

El hambre de alimento mental y emocional se comporta como el hambre física. Al no tener paciencia para masticar el alimento real, así tampoco nos damos suficiente tiempo para «masticar» el alimento mental. Ahora al escribir todo esto, estoy masticando mi alimento mental. Es la Mente Concreta actuando  en su trabajo específico.

¿Cómo cambiar éste hábito enfermizo, esta manera apurada de comer, esta impaciencia? Muchas veces cuando el clima me acompaña, con mi bandeja servida, y mi propuesta clara, bajo hasta la orilla del lago, elijo mi lugar, empiezo agradeciendo todo esto que son “regalos” que la Vida me otorga, y procuro ser consciente de mi boca ya vacía. Cuando el clima no acompaña, intento lo mismo desde el gran ventanal.

“Inhibición dental” y la dependencia de la valoración externa

La inhibición dental es una de las posibles causas de este rasgo de carácter que noto en mí: “la dependencia de la valoración externa”

Dice Fritz Perls: «Puede surgir un conflicto cuando comienzan a crecer los dientes del niño. Si el flujo de leche es insuficiente, el niño se verá provocado a movilizar todos los medios a su disposición para lograr su satisfacción, lo cual implica el empleo de las encías endurecidas y el intento de morder. En este estadio, cualquier frustración, cualquier retiro del pecho sin substitución inmediata de alimento más sólido conducirá a inhibición dental. El niño tendrá la impresión de que no se restablecerá el equilibrio por medio de sus intentos de morder, sino que se verá aún más alterado y que, por ello; el objeto que proporciona leche no debe ser abordado de una forma distinta a lo de antes. No se realiza la diferenciación entre el pecho, que debe ser dejado intacto y el alimento, que debe ser mordido, masticado y destruido. Esta temprana inhibición lleva al desarrollo de una actitud de dependencia o fijación”

 ¿Cómo estoy trabajando internamente con este rasgo? Dado que esto ya lo vengo trabajando desde hace mucho tiempo, compartiré cómo lo estoy trabajando ahora, cuando  ya noto cambios en mi “Visión de lo que es la Vida”. Ahora veo y acepto, que la Vida es energía en continuo movimiento, de la que todos formamos parte, (y en este “todos” incluyo TODO, aun lo cósmico), contribuyendo con nuestros movimientos energéticos, de todo tipo, a la creación constante e impredecible de lo que entre todos vamos creando. Así es como la Vida nos presenta, una tras otras, diferentes oportunidades o desafíos para nuestro propio crecimiento y la evolución de toda la humanidad. Nosotros optamos en cada momento presente. Y en esas opciones es donde trabajo esta dependencia, esta timidez, (o temor) a lo que los demás puedan opinar de mí, esta búsqueda constante (del ego, o de mi mente concreta) de valoración positiva, de “aplausos”. Sin embargo, ¡cuánto me gustan los desafíos, y lo impredecible de la Vida! pues la transforma en una aventura constante.

Comprensiones de dos días de silencio verbal y mental

1) – Pude proponerme algo simple y fácil, que me condujo hacia un mayor equilibrio: al “NO APURO”, haciendo lo que me gusta, al propio ritmo. Es algo que ya vengo trabajando, que me interesa sobremanera, y que acá las circunstancias hicieron que pudiera seguir practicándolo.

2) – Veo que entre dos es más fácil que en los retiros de muchas personas, y más cuando nosotras acordamos que cada una decidirá qué hacer, qué comer, y cómo estar presente en lo que sea que haga.

3) – Descubrí que en todos mis diferentes niveles energéticos aparecía el desear manifestarme a través de lo creativo, y que el deseo de “hacer”, más que un obstáculo resultaba una ayuda para estar presente, (caminando, cantando, cocinando, o lo que fuera)

4) – Que en los momentos de meditar, el cuerpo no se quejaba, sino que descubrí una alegría interna que aparecía en una sonrisa no programada.

5) – Que caminar, atenta a cada paso y al ritmo respiratorio que la dificultad del camino iba produciendo, hacía que el cuerpo adoptara un paso cambiante, fluyente, que resultó una meditación en movimiento…

6) – Que es muy importante en retiros de este tipo, que los acuerdos de movimientos, horarios, responsabilidades y colaboraciones mutuas estén claros para todos, eso evitaría malentendidos. Sin embargo esos malentendidos, nos ayudaron a vernos con gran nitidez, a reflejarnos una en la otra, tanto en molestias como en comprensiones.