Acá tengo un tema más que interesante para escribir no bien pueda. Y dado que creo que vine a este mundo para aprender de cada circunstancia que me toque vivir, luego podré enseñar lo que voy aprendiendo. Pero como nos contamos historias a nosotros mismos para poder sobrevivir en un mundo que no entendemos, la mayor historia que nos contamos es la historia científica. 

Me estoy preguntando: ¿Qué está mal en este mundo? y ¿Qué puedo hacer al respecto para mejorarlo? Veo que lo que era científico hace trescientos años, ya no es verdad, y lo seguimos teniendo como una verdad absoluta. Lo que ahora nos prueba la ciencia ya dejará de ser verdad dentro de poco tiempo. Pero así creamos un mundo bajo la gran mentira de que estamos separados, de que todos somos individuos diferentes, y sin embargo todos sufrimos de forma muy similar.

Estamos dirigiendo nuestra sociedad como si el ser humano fuera algo mecánico. Así creamos una educación y un mundo basados en competencia y escasés. Dentro de mi grupo quiero ser el número uno, socialmente quiero ser importante. Quiero ser admirada. Creemos estar diseñados para competir y sobresalir dentro de nuestro entorno, sea el que sea el ambiente en el que estemos, y muchos piensan también que es conveniente ser egoístas, ser grandes consumidores y que tener muchas cosas y muchas casas es el secreto de la felicidad. Ésta es la más grande mentira. ¿Cómo puedo pensar siquiera en hablar acá de auto-educación?

La auto-educación consiste justamente en un continuo trabajo con  la atención para no repetir errores. Y si nos observamos con detenimiento, cada uno puede detectar sus hábitos de errores que se repiten. En mi caso particular tiendo al hábito corporal de cruzar mis piernas y dejar caer toda mi postura, y al hábito mental de ensoñarme con elucubraciones de todo tipo, que terminan desvelándome totalmente, y privándome del descanso diario.

Es interesante descubrirse a uno mismo en todos estos aspectos desconocidos. De muchas maneras somos inducidos a acumular y sin preguntarnos para qué, compro y guardo… Solo podremos amarnos a nosotros mismos cuando nos conozcamos más, base fundamental para después poder amar a los otros. Nuestra cultura se destaca por el grado de soledad en que estamos. Perdimos el sentido de ser seres comunitarios y privilegiamos las ideas del materialismo como camino hacia la felicidad. Tendemos a mimarnos a nosotros mismos y eso nos hace sufrir por no encontrar el valor que tiene el solo hecho de estar vivos. Nos separamos de la naturaleza y del mundo natural y creemos que la economía es lo más importante en nuestra vida. Y por la economía y el progreso es que, como caníbales, nos comemos la vida de tantos otros, en especial vidas de niños y adolescentes, que ni siquiera conocemos.

Y generamos las guerras de todo tipo, también la de pobres contra ricos sin sentir nada de culpa. Sabemos que la avaricia es un pecado capital. Se nos generó la idea de que somos una especie distinta y  separada del resto de los seres vivos. Así cada cultura se enfrenta a los límites de su crecimiento, o se reinventa de alguna manera para seguir siendo sostenible. Para las culturas aborígenes de nuestra tradición la cooperación era el valor más alto y la competencia el valor más bajo. La competencia más allá de ciertos límites era considerada una enfermedad mental.