Nos quejamos, quisiéramos que este mundo funcionara mejor, sin tomar en cuenta que eso depende de todos nosotros, de cada célula. Tenemos que recordar que formamos un organismo: “la humanidad”, y que como todo organismo convivimos dependiendo del ambiente en el que nos desenvolvemos. Este mundo resultará ser lo que nosotros vayamos siendo. Y como cada una de estas células que somos, a su vez es un organismo, al que llamamos “ser humano”, un ser con vida, que es una energía que vino e experimentar lo que es la vida en este planeta, hagámoslo funcionar, mejor de lo que anda.

Como organismos vivos necesitamos del ambiente físico para intercambiar aire, alimentos, etc. Del ambiente social, intercambiamos amistad, amor y otras emociones. También dentro de nuestro organismo físico viven las células que se comunican constantemente con el organismo total, y éste se preocupa de solucionar todo lo que cada célula puede estar necesitando. Eso mismo ocurre desde lo “Alto”, y dado que nosotros somos células de la “Consciencia Infinita”, como “células conscientes”, así como nosotros seamos, el mundo actual resultará ser.

Así que no nos quejemos de cómo están las cosas, ni del gobierno, (que elegimos entre todos), ni de esto y de lo otro… Las quejas no ayudan. Mejor ocupémonos de saber quiénes somos, qué necesitamos, para qué vinimos, y de qué cada uno puede responsabilizarse. Yo existo tal como todo organismo vivo, tal como lo hace un animal o una almeja, cada ser dando a su ambiente y recibiendo de él. Más que de tener, se trata de “ser” y de compartir con su ambiente esto que se es.

Entre los seres humanos nos comunicamos y compartimos sólo con aquéllas personas que tenemos algo en común. Necesitamos tener un mismo lenguaje, o algún otro tipo de acercamiento: una misma profesión, gustos o intereses similares, y puede llegar el momento en que del “tú” y del “yo” se pase al “nosotros”. Este nosotros en realidad no existe, sus límites son cambiantes porque eso depende del carácter y del ego que tengan cada una de las partes constituyentes de ese nosotros.

Cuando nos enamoramos, enseguida aparece el “nosotros”, porque descubrimos algunos gustos o características similares, o algo tan diferente que nos complementa y de lo que podemos aprender a vivir. Pero somos dos seres separados que creen estar enamorados de toda esa otra persona, cuando en realidad hay gestos, características o costumbres que nos disgustan. Si queremos que esa relación dure, necesitamos ser muy sinceros el uno con el otro y aprender a expresarnos con sinceridad: “Esto de ti, me molesta, pero el resto de tu persona me parece adorable…” Solo así, este mundo podrá seguir adelante, evolucionando, en vez de involucionar.