Quiero invitar a cada uno de mis amigos a que investiguen quien decide en ellos mismos. En el mundo actual, en todos nosotros, generalmente es la mente quien toma las decisiones. Una mente que está muy perturbada por lo que pasó o lo que puede pasar, por lo que dijo o lo que va a decir, y así se pierde totalmente el momento presente, único momento en que podría estar en condiciones nuestra mente como para decidir con coherencia y certeza, sin dañarse y sin dañar. Porque cuando nuestro Prana o fuerza vital sigue fluctuando, nuestra mente también sube y baja a través de la montaña rusa de nuestras emociones.

Uno no puede manejar la mente desde el nivel de la mente. Es por esta razón que en nosotros predomina la negatividad. Aunque la psiquiatría parece ayudar al principio, no puede darnos una cura completa a largo plazo. No basta con forzarnos a tener pensamientos positivos. Eso trae recaídas la mayoría de las veces. Los antidepresivos y calmantes del estrés, también parecen ayudar al principio, pero luego hacen que la persona dependa de ellos en lugar de liberarla de sus tendencias negativas. Aquí es donde conocer el secreto de la respiración puede realmente transformar nuestras vidas.

Las técnicas de respiración, tan conocidas por los antiguos estabilizan la fuerza vital, y en consecuencia, estabilizan a nuestra mente. La práctica de la meditación nos hace descubrir una “dimensión interior”, antes desconocida, que nos enriquece profundamente y su impacto se extiende lentamente a todos los aspectos de nuestra vida. A medida que el Prana asciende en el cuerpo, uno comienza a sentir una transformación interna, que es una experiencia directa y no un ejercicio mental forzado. Uno comienza a sentirse más feliz, creativo y con más control de su mente y emociones.

Hoy, durante esta mañana, estuve conversando con una persona muy querida, como dos horas, y a medida que iba transcurriendo el tiempo, cada vez se acentuaba más nuestro entendimiento, también el lenguaje se iba unificando y yo notaba que mi felicidad crecía, y no percibía que mi estómago reclamaba su alimento, pues ya era el horario siempre tan respetado… ¿Qué había pasado? Al trabajar juntos cabeza y corazón, acapararon toda mi atención, toda mi presencia estaba allí, pero el cuerpo a través del hambre, gritó más fuerte hasta que fue escuchado. Entonces pregunté a mi interlocutor si no tenía hambre, y me contestó que él hace ayuno intermitente, y que aún le faltaba un rato para almorzar. Pero allí nos despedimos.

Cuando la mente está dividida, está perturbada. Lo que la divide es el “ego” con sus miedos y quejas. Si nos mantenemos haciendo dos cosas a la vez o demasiadas cosas, no está el principio “Eka tattva”, que significa: “atender un solo principio”. Un solo asunto. Puede ser Dios. Puede ser un tema. Puede ser el Ser. Puede ser tu maestro. Puede ser cualquier cosa. Dedicándonos, o practicando una sola cosa, cada vez, podremos estar “Presentes”, y así salir de todas las perturbaciones de la mente. Y eso fue lo que me ocurrió esta mañana, estuve tan ensimismada en una sola cosa, tan presente, que el cuerpo tuvo que reclamar a los gritos su propio lugar, hasta que por fin, fue escuchado.