Estar abierta sería estar dispuesta y preparada para recibir lo que tanto mi cuerpo como mi alma necesitan. Y desde arriba nos llaman a todos, lo que pasa es que algunos escuchamos ese llamado, y otros no, pareciera que están totalmente sordos. Además si nuestra mente está ocupada saltando del pasado al futuro, sin detenerse ni siquiera algunos instantes en el presente, eso desestabiliza todo nuestro mundo interno.

Mantenernos en el presente es lo más creativo que emocionalmente podemos hacer, porque hay algo que muchos buscamos que es desarrollar nuestra conciencia, y que es justamente lo que quiere la “Inteligencia Máxima” para todos sus hijos. Pero cuando nos cerramos a tanto de lo que nos ofrece la “Vida”, cerramos también nuestros oídos.

¿Y cómo sentimos nosotros ese llamado? Yo lo siento al saberme cuidada y muy querida desde “lo Alto”, así como toda madre quiere a sus hijos, que al tenderle sus brazos, a la vez los llama. Lo siento pues no encuentro ya de qué quejarme, nada me resulta dramático y tremendo como anteriormente y sé con certeza que si respondo con compromiso a lo que la Vida me va presentando, todo  se me facilita.

Para mantenernos en el presente, y superar los momentos difíciles, la meditación diaria puede darnos la fuerza interior necesaria y ayudarnos a sentir que todo fluye, que así como es todo está perfecto, porque me trae un aprendizaje. A esto yo emocionalmente lo estoy “llamando” y el “Universo”, o la “Matriz Divina”, responde a mi llamado. Todo esto ocurre con el movimiento de energías muy sutiles.

El ego es el que quiere controlar todo, sentir que es quien toma las decisiones importantes, pero este ego cotidiano, deja de aparecer cuando se mueven estas energías sutiles. Y aparece una aceptación, que suelta todo control. Es esta aceptación, (la ausencia de toda queja), la que va mejorando nuestra salud, la que busca ese equilibrio integral, donde ya no pueda haber enfermedad.  

Es nuestra sabiduría interna que se alinea con la Sabiduría Universal. Nos cuesta entender esto, pues necesitamos saber que las “endorfinas” son sustancias químicas que, mediante diferentes activadores,  produce nuestro cerebro. Los científicos actuales demuestran que los estímulos que aumentan los niveles de producción de endorfinas son, entre otros, el  optimismo,  la aceptación, la alegría, las imágenes mentales positivas, un gran placer, etc.

Nosotros podemos beneficiar mucho a nuestro cuerpo, nuestra alma y todo nuestro entorno al reír con carcajadas, al sonreír, al acariciar, abrazar, con el buen humor, con la música, el canto, el baile, las artes, los aromas placenteros, al practicar yoga, tai-chi, meditación, también al hacer deportes, con las caminatas, la exposición al sol, etc. Lo contrario a todo esto, bloquea la producción de endorfinas, lo mismo que el estrés, el tabaco o una mala alimentación.