El solo hecho de haber tenido la oportunidad de bajar a este mundo, me produce tal alegría que necesito expresarla de alguna manera. Además cuando una persona logra manifestar eso para lo que ha pedido venir a esta nueva encarnación, y  considera que esa es su “Misión” y siente que la está realizando, es tal su felicidad que en la expresión de su cara y de toda su presencia ya se nota.

La alegría de poder “Ser lo que soy”, me permite sentir tal plenitud  espiritual, que eso se manifiesta por sí mismo. En realidad esas propuestas que cada uno va haciéndose momento a momento, van mostrando al afuera eso que uno es. Si vemos un ceño fruncido, o una expresión de enojo en alguien, eso determinará la actitud que tomemos. O sea que quien vayamos siendo depende a la vez de nuestras decisiones internas, tanto como de lo que decidamos respecto a lo externo.

Antes de ayer, por la mañana, cuando salí a hacer mi caminata de cada día, era tal la alegría que sentía, que decidí mirar lo más a fondo que pudiera, qué era lo que la provocaba. Todos los días, ya sean sábados o domingos, hago el mismo recorrido y descanso un ratito en los mismos lugares ya preparados para eso. Sin embargo, mi asombro ante toda esa perfección, esa increíble belleza que me rodea, me sigue generando esa sonrisa de satisfacción, de felicidad que me aparece.

También me produce algo similar el cumplimiento de la propuesta del momento, la alegría es por lo que consigue esa disciplina implantada desde mi niñez gracias a la perseverancia de mi madre. Porque una de las propuestas que mantengo cada vez que camino, es empezar a eliminar poco a poco, los dos largos bastones, llevarlos en la mano para tenerlos disponibles ante cualquier emergencia, pero caminar erguida, mirando hacia adelante lo que la vida me trae, aceptando y resolviendo todo lo que me vaya llegando.

El clima, tan cambiante como es este mundo, (y como somos todos), es otro de nuestros grandes maestros. Últimamente el frío de la noche me pide estar con el hogar prendido, atendiéndolo aproximadamente cada dos horas. También a esto lo he aprendido a ver con optimismo, pues como además mi vejiga me exige levantarme a orinar también cada dos o tres horas, estas «dos desventajas”, que me toca vivir, se ayudan y colaboran entre sí como un recordatorio para mi débil memoria.

Acá también me veo sonreír, y la sonrisa cuando es espontanea y auténtica, (y no para quedar bien con otros), expresa la alegría del corazón. La realidad externa que vemos es obra de nuestra mente, que a su vez depende de la energía que tengamos. Puede ser: “Tamásica”, “Rajásica”, o “Sátvica” según los nombres dados por antiguos maestros orientales. Con la primera uno ve todo negro, le aparecen pensamientos negativos y los cree ciertos, quedando atrapado en esa telaraña. Con la segunda uno quiere hacer y hacer, y controlar el mundo entero. Y con la tercera, uno puede sentirse en paz, enfocado en el presente, decidiendo lo justo. Cuando uno toma conciencia de su interior, la energía sube y cuando culpamos al exterior, nuestra energía baja. Y yo sonrío: !Cuanto tenemos para aprender aún!