Esta es una carta que realmente escribí a una amiga, después de una situación que nos pasó hace cuatro días, y que es un buen ejemplo de que toda verdadera amistad y toda relación, debe acompañarse con mucha atención. El nombre está cambiado.

Hola Siria, querida amiga:  

Después del incidente telefónico que tuvimos el otro día yo quedé muy mal, hasta pensé que allí se terminaba nuestra relación de tantos años. Pero eso no  lo podía aceptar, así que el asunto quedó dando vueltas en mi cabeza.

Siento que mi Alma decidió indicarme una posibilidad de salida, y hoy a la mañana, cuando desperté, (quizás este asunto me despertó) encontré que la salida era escribirte contándote como yo viví todo esto, y allí comencé a recordar paso a paso el incidente. – 1) me llamaste casi a mediodía y nuestros dos teléfonos no se entendían, casi cada dos o tres minutos me decías: – “Diana, no te muevas que te escucho todo entrecortado, ¿Vos me estás escuchando a mí?” – “Sí, yo te escucho bien, y he dejado el TE en el escritorio así que no lo estoy moviendo”…

Además como querías ayudarme en algo que a mí me estaba costando resolver, (y eso yo lo valoro siempre), te tornaste tan insistente y repetitiva, que no me lo podía creer. No escuchabas mis razones, no entendías que en esto no coincidíamos para nada, que yo prefería esperar, que confiaba que desde lo Alto me llegaría la solución. Hasta llegué a pensar: ¡Qué difícil debe ser vivir con esta mujer!, yo no quisiera ser su marido… él debe saber correrse cuando ella se pone así…

Todo eso: los TE que no coincidían, tu voz cada vez más gritona e insistente para que yo aceptara tus razones, durante casi media hora, me estresaron tanto, que me hicieron intolerable la situación. Entonces corté la llamada.

Ahora te pido disculpas, pues ya estaba yo también muy alterada.

Quiero seguir siendo amiga tuya, perdóname.

Con cariño, Diana.

 

Acá comprendo que lo que estoy haciendo de Bio-descodificación, me ha influido para que yo encuentre como tranquilizar mi mente. Sin darme cuenta había aplicado el método de las cuatro “R”: Recordar, Revivir, Reparar o Reordenar. A esto me refiero al decir: «La amistad va con trabajo interior».