Dudé mucho en tomar este tema, y en decidir qué nombre ponerle. Para la mayoría de nosotros la muerte es “futuro”, es algo que ocurrirá en un futuro. Y no pensamos que puede ocurrir en este mismo momento, en este presente en el que estamos.

Además yo siento que este mundo lo estamos compartiendo entre las almas que ya han partido y los que todavía estamos vivos. Por lo menos me pasa con las personas con las que estuve muy relacionada, (ej. mi marido), y puedo sentir su presencia y su compañía de muchas maneras tangibles.

Ya hace muchísimo tiempo que los sabios de oriente, y también los de occidente enseñaron que nuestra parte “Divina” está comunicada con el “Carruaje” a través del cuerpo “Causal”, y las vivencias del carruaje acá en este plano, se trasmiten a su vez, a través del cuerpo Causal, al campo mórfico que participa de ese plano Superior. Así estamos cumpliendo con nuestra misión acá al decidir venir a este plano, pero no es lo que digamos, ni lo que hagamos, sino lo que “sintamos”, ese disfrute que tengamos nosotros por estar haciendo una obra de bien, de arte, o la alegría que estemos brindando a otros… Y acá incluimos todo lo que hagamos para que nuestro físico, emocional y mental, (el coche), se nutra bien y se sienta contento disfrutando de la vida y de cómo está siendo cuidado por su conductor.

Solo podemos sentirnos contentos y satisfechos con lo que hacemos, si estamos bien de salud. Pero esta crisis de todo tipo que estamos viviendo, (covid 19), si es que así queremos llamarle, me abre a un  sin fin de preguntas. Y me imagino que así te debe pasar a vos también… ¿te pasa así? En mi caso yo me mantengo encerrada entretenida escribiendo y una de las preguntas que me aparecen es: ¿Por qué escribo y para quién escribo yo?

Lo hago porque me llama y me divierte hacerlo, y también sobre todo, porque siento que necesito compartir vivencias,  pensamientos, elucubraciones, y mis maneras de resolver las situaciones que desde lo Alto me son propuestas… Escribo porque me duele el dolor ajeno, porque me atrae aventurarme dentro mio, en lo profundo, y de allí desenterrar los tesoros que encuentre escondidos.

Me preguntan cómo podemos distinguir entre lo que decidimos hacer nosotros como cuerpo Causal, y lo que viene de acciones realizadas en otras encarnaciones, y que aparecen como tendencias que no reconocemos como nuestras. Entiendo que todo nuestro accionar viene generado desde nuestro cuerpo Causal, pero de algunas acciones pensamos que deben venir desde nuestro Karma.

Pongo acá un ejemplo personal de Karma en mi vida a través de lo que me pasa con un vecino, una persona mucho más joven que yo. Aclaro que yo me considero una persona agradable, que en general cae muy bien a la gente. Pero con esta persona no me pasó así. Jamás me sonrió, ni me habló, ni me dio la posibilidad de que le pregunte si tiene algún problema conmigo, ni contestó mi saludo, ni me devolvió mi sonrisa… Entonces revisé toda mi actitud desde que vine a vivir a esta casa, y como no encontré nada que lo justificara, me dije: – “si no hay un Karma de esta vida, debe haber algo en vidas anteriores que hayamos compartido, y yo debo haber cometido algo muy feo con él o con un familiar suyo”. Eso sería lo que llamamos Karma de vidas anteriores, o “ancestral” y que estamos pagando en ésta.

Y entonces en definitiva,  ¿qué vendría a ser el Karma? Dado que este es un mundo dual, donde venimos a experimentar el “espacio-tiempo”, y dónde todo además es acción y reacción y nuestra mente también es dual, porque para reconocer algo necesita haber experimentado lo contrario: la reacción que vuelve como un bumerán al que lo tiró, en el momento o demorado en el tiempo, es lo que nosotros llamamos Karma.