Me pregunto: ¿Por qué será que establecemos tantas rutinas? Porque ellas nos facilitan hacer esas cosas, que sentimos necesarias para nuestro bienestar, y que demandan ser hechas durante largo tiempo. Por ejemplo: 1) – cocinarme la comida con los ingredientes y sabores necesarios para que me resulten saludables y a la vez deliciosas. 2) – que las tenga disponibles en los horarios que mi cuerpo me los esté pidiendo, 3) – mantener los horarios acordados con mi ayudante y con la masajista.

Una vez que uno, con esfuerzo y esmero, logró realizar un cambio en sí mismo, al poco tiempo, ya eso quedó fijado, se hizo otro hábito invariable, y si queremos otra vez cambiarlo, habrá que mover la autoimagen, las motivaciones, el automatismo, y movilizar las partes del cuerpo implicadas en ese cambio: mente, voz, gestos, etc. A veces quisiera ser más espontánea, pero según cómo los padres y maestros nos hayan educado, seremos más rutinarios o más espontáneos.

Puedo hablar respecto a lo que actualmente estoy experimentando. En esta etapa de mi vida, una de las cosas que más deseo es poder enderezar mi espalda. No solo por cuestiones estéticas, sino porque eso va unido a un conjunto de dolencias, que no me están permitiendo disfrutar de la vida tanto como quisiera. Los seres humanos somos todos diferentes, y la manera de enfermar depende de factores tanto internos como externos,  y también de los ambientes en que vivimos y de los genes recibidos.

Cuando mi interés está puesto en la salud, me torno en una investigadora, así es que a partir de que me jubilé, consulté a varios gastroenterólogos debido a la hinchazón de mi abdomen, y me dijeron que eso es muy común en las personas a partir de los sesenta años, y que todo lo que nos pasa respecto a la salud, en general, se va produciendo de a poco y depende del tipo de vida. Que es muy importante saber escuchar lo que la sabiduría interior nos vaya diciendo, a través del cuerpo.

También visité a un traumatólogo por la mala postura que tengo desde mi adolescencia, quien me dijo que hay un notorio desgaste en la parte delantera de tres vértebras lumbares y que eso puede estar influyendo en mi inflamación intestinal. Que el desgaste ya se produjo, que se podría operar, pero sin muchas garantías. Me di cuenta que se había formado un círculo vicioso entre ambas cosas: la mala postura y la inflamación intestinal y que de actuar, tendría que hacerlo de ambos lados a la vez.

Por eso es que estoy muy ocupada, porque debo atender muchas rutinas a la vez, y sobre todo la de la postura me resulta dificilísima de conseguir, pues allí he de mantener mi mente exclusivamente recordándome: postura, postura, postura… No bien mi mente se va, a lo que sea que esté haciendo: cocinar, escribir, etc., pierdo la postura. Insisto e insisto, y algo voy consiguiendo. Me están diciendo que ando más derecha. No pierdo las esperanzas de poder influir,  para que la inflamación igualmente mejore.