El miedo resulta ser un mecanismo de protección de gran ayuda para nosotros los humanos. Es una emoción muy poderosa para poder responder a tiempo antes de que la amenaza nos alcance. Dentro del cerebro hay una región que controla el instinto del miedo. Tiene dos centímetros de largo y forma de almendra. La amígdala emite una alarma y una cadena de eventos se desatan. Muchas hormonas viajan por el cuerpo, las pupilas se dilatan para que entre más luz, el corazón empieza a latir más rápido, y esa sangre que está nutriendo a órganos esenciales se dirige hacia los músculos de las extremidades que pueden patear o correr para salir de la emergencia. Es por eso que cuando tenemos miedo sentimos mariposas en el estómago dado que el flujo de sangre ha disminuido drásticamente. También por eso sentimos escalofríos, pues con menos sangre en la piel no podemos mantenernos calientes,  y también por eso se nos paran los pelos de la cabeza.

Todas estas reacciones nos preparan para la lucha o huida, algo tan antiguo como el hombre mismo y similar a la de otros organismos vivos. Pero el peligro en general es más complejo que una lucha o huida, y cuando estás frente a una crisis, el miedo y la interpretación que hace el cerebro, pueden convertir enseguida, algo simple en la mayor amenaza. A veces la respuesta ante el miedo toma control total del cuerpo y de la mente y terminamos por completo paralizados, en poder de nuestras emociones. A este fenómeno se lo conoce como “El secuestro de la amígdala”. Las partes del cerebro que usan la razón y la lógica se apagan completamente y el razonamiento no puede llegar a ellas, los impulsos van directamente a la amígdala.

Hay un gran componente de bio-realimentación y de respiración, que pueden ayudarnos a entrenar a las diferentes partes del cerebro para ponerlas en actividad. Creando y repitiendo muchas veces, algo lo más parecido a un gran estrés real, se entrenan esas partes del cerebro que están como atrofiadas, que no estamos usando. Parecido a lo que se hace cuando queremos entrenar músculos.

Las neuronas pueden ser entrenadas para lo que uno quiera. La luz que llega a la retina de los ojos es trasmitida al cerebro en forma de estímulos nerviosos a una velocidad de diez millones de estímulos eléctricos por segundo, tal como si fuera un sistema morse. Después el cerebro tiene que reaccionar a la misma velocidad, (430 km./hora)

Las decisiones se toman en un instante, (ejemplo: el boxeador), y allí nomás es trasmitida al cerebro. No solo son estímulos eléctricos sino que también hay una liberación de químicos. Al final de cada célula neuronal hay una sinapsis, espacio muy pequeño entre neuronas. La primera neurona es la que libera la sustancia química. Se podría decir que todo esto es una mezcla de una tormenta química y una eléctrica. Lo asombroso es ver cuán adaptable es el cerebro. Mientras más veces lo hace, el cerebro aprende y lo codifica en la memoria celular. Esto se llama “Neuro-plasticidad”. Cada una de las neuronas puede establecer hasta diez mil conexiones con otras neuronas. Esas conexiones cambian dependiendo de las cosas que más hacemos. Ese es el mecanismo de acción que hace tan adaptable a nuestro cerebro y a nuestra mente. Es también la base del aprendizaje, del cálculo de la mente y de la memoria en nosotros.