Para sentirnos bien, contentos y con deseos de realizar todo lo que diariamente nos espera para hacer, lo más importante es tener mucho entusiasmo y una mirada positiva. Yo sé que muchos de ustedes me dirán que es imposible tener entusiasmo y ver todo con mirada positiva. Y yo los entiendo, pero sé que se puede conseguir, que esas dos cosas se hagan un hábito en uno.

Para que el entusiasmo, y la mirada positiva se establezcan en uno, será necesario darles la importancia que ambas cosas tienen, y practicarlo lo más constantemente que podamos. Pero también necesitamos desarrollar la “autoevaluación”, que es otro gran trabajo interior. Me refiero a haber conseguido que nos interese más lo que está pasando dentro de uno mismo, que lo que pasa afuera, y esto no es nada fácil pues nuestros sentidos responden automáticamente a todo lo exterior.

Veamos ahora que es, más en detalle, “la auto evaluación”: dado que hay cosas que nos gustan, y queremos hacer y otras que no nos gustan y rechazamos, eso será lo que necesitaremos evaluar, viendo con claridad, ¿a qué parte de nuestra mente le atrae o le desagrada hacer eso?; ¿será al ego, o será al alma? Si es el ego el que rechaza, el alma está diciendo hazlo igual, y si el ego es el que desea, podría ocurrir que el alma diga: “esto es solo placer, pero como no tienes algo más importante en este momento, puedes hacerlo…” pues el alma nos trata como si aún fuéramos niños.

Contaré algunas vivencias personales para que entendamos mejor todo esto: un gastroenterólogo me recetó que hiciera un régimen estricto y en contra de toda mi manera de comer, la que mantenía por considerarla lo más sano para todo ser humano. Estuve bastante confundida, pero empecé a hacer ese régimen de nada de frutas ni verduras crudas, y algunos vegetales que eran de “nunca más”, o sea ni crudas ni cocidas, y me dio la orden para hacerme una tomografía. Y el próximo turno para dentro de cuarenta días.

Con esa tomografía fui a consultar a otra gastroenteróloga, y de su revisación y explicaciones comprendí que solo yo, a través de la voz del cuerpo puedo saber lo que me viene bien y lo que no. Ella me dio la orden para que también vea a un traumatólogo pues todo lo que me está pasando tiene que ver con la edad, y con lo que en la tomografía se ve, que es que la cuarta y quinta vértebras lumbares están aplastadas. Que todo lo que nos pasa en el cuerpo y en nuestra mente y emociones nos pasa desde mucho antes a que lo notemos y luego poco podemos hacer. Por eso la autoevaluación es tan importante y hemos de ejercitarla lo más posible.

También me dijo que la única persona que puede decirme que puedo y qué no debo comer para terminar con todos estos síntomas molestos soy yo misma, escuchando lo que me dice mi sabiduría interna que es la voz de mi Alma, quien utiliza la voz del cuerpo como su mensajera. Comprendí que necesito cuidar ese equilibrio interior constantemente, como así también la postura de la columna vertebral, pues eso tiene que ver con mis molestias. Para eso el equilibrio está entre hacer algo con tensión muscular y ese abandono total que usamos para dormirnos, o sea un «accionar sin tensiones».