¿Por qué en general la vida no nos sorprende? Porque en mi caso, yo estoy programando todo, lo que haré, lo que diré y lo que no haré o no diré… y pareciera que eso es lo que hacemos la mayoría de los seres humanos. ¿Y qué ventaja puede darnos el no programar? El desapegarme un poco de mi mente, el ser más espontanea, fluir con la vida y permitirme responder en el momento a todo lo que me vaya llegando, según los dictados de la sabiduría interna o “Maestro interior” que nos guía todo el tiempo, pero que no escuchamos pues su voz está tapada por la sonora voz de nuestra mente, de nuestro ego.

Siento que este es el momento de narrar acá una vivencia que aún me tiene muy sorprendida. Lo asombroso es poder encontrar a una persona de la que recibes una primera y muy buena impresión, que sientes que podría transformarse en tu amiga, y luego veas sus actitudes diametralmente opuestas a las que uno podría tomar. Bueno, ese es mi caso, vino hace como una semana, se presentó en  mi casa, nos conocimos, me contó que hacía Reiki, y quería dar un curso de solo tres días, con muchos tipos de meditación, para aprender cómo vivir una vida más consciente, más saludable y por lo tanto más feliz.

En este momento está dando el curso, y ayer, su primer día, a través de mi encargado, me invitó a que participara a las 18 horas de la meditación de la tarde. Si bien para mí subir dos veces en el día hasta La Casa de Todos requiere  un esfuerzo mayor del que debo hacer, y ya había realizado mi caminata de práctica durante la mañana, me interesaba conocer cómo meditaban y no quería defraudarla. Así es que subí pero no pude encontrar al grupo de participantes por ningún lado, esperé un buen rato, suponiendo que debían haber bajado a meditar en la costa del río Azul, para sentir su potente energía, pero no vinieron. Esa fue mi primera gran sorpresa.

Ya no sabía qué pensar, y allí se me ocurrió escribir algo que titularía: “Permitamos que la vida nos sorprenda”. Algo que ahora  comparto con todos Uds. queridos amigos. Y en este momento me sonrío divertida de cómo se produce en mi vida lo sincrónico: basta que piense o desee experimentar algo, eso aparece en seguida en mis vivencias, duplicado o triplicado como está pasando ahora. Para que así ocurra debería ser algo positivo, que beneficie a muchos, por ejemplo como es en este caso: hacer un  servicio.

También me había dicho que quería convidarme con un almuerzo que me traería personalmente a las 12.30 hs. del próximo día. Pero no me lo trajo, y allí tuve la segunda sorpresa, algo que no podía explicarme de ninguna manera, y vi la gran lucha interna de mi mente-ego que para todo trata de encontrar una justificación. Ya estaba oscureciendo y supe que esa noche sería muy difícil que pudiera dormir. Pero en eso la veo llegar, con una bandejita con la merienda que todo su grupo había tenido, y las disculpas que yo necesitaba escuchar. Nos sentamos, hablamos,  y pudimos nuevamente sentirnos amigas y entendernos muy bien. Me dijo que al día siguiente me traería el almuerzo debido. Le pedí que no prometa nada, que ella está sin ayuda, y que podía enviarme lo que necesitara con Andrés, que es el  encargado de la chacra, que para mí es como un hijo, de absoluta confianza.