Algunos tienen este poder, pero otros, sin ser ciegos, no disponen de esta verdadera gracia. En esto puedo contarles algo, recurriendo a mis vivencias de hace más de 20 años. Con mi marido nos gustaba caminar por la costa del lago Gutierrez, buscando raíces que haya arrastrado el agua. Un día que hacíamos eso, él me pidió que no me alejara del lugar en que estábamos; porque iría corriendo a buscar un serrucho y que enseguida, él volvería. Así lo hice, y cuando regresó y comenzó a serruchar la raíz de un enorme coihue, recién la vi y comprendí.

No era que quería derribar ese gran árbol, era que el lago había lavado, tanto desde abajo, cómo desde arriba, parte de las raíces del coihue, (unos cuatro metros cuadrados), que eran “una verdadera obra de arte”, realizada totalmente por la naturaleza. Trabajó bastante para cortar tres gruesas raíces, y luego con ayuda de otros, la conseguimos arrastrar hasta nuestra casa. Ahora está puesta en la parte alta de la pared que divide el comedor de la cocina, y no me canso de admirarla.  Subirla y sostenerla allí, a esa altura y con ese peso, fue gracias a su creatividad.

Un entorno de gran belleza que mueve nuestros sentimientos, que cambia continuamente, que nos sorprende, nos emociona y deleita, beneficia tanto nuestro cuerpo como nuestra Alma. Eso nos hace sentir muy felices, nos ayuda a sanar nuestras dolencias, a no perder el entusiasmo por lo que aún deseamos hacer, que en mi caso es continuar en esta búsqueda espiritual en la que desde hace años estoy, en seguir aprendiendo, para poder enseñar a quienes se contactan conmigo, que todo es posible, que no debemos perder las esperanzas.

Con 86 años, sé que dejé de ser joven, pero sigo queriendo resolver las dudas que me surgen y mantengo mi deseo de aprender sobre la realidad, y para eso he de observarla. Reconozco que no soy la de antes, puesto que la memoria me falla, he perdido muchas habilidades, que el equilibrio me falla, y dos largos bastones me dan seguridad, que… sí, hay muchas falencias, pero mi entusiasmo persiste, pues quiero seguir activa y “vivir intensamente mi vida”. Cuando me siento sin energías, suspendo lo que esté haciendo y descanso.

Constantemente estoy pretendiendo hacer más cosas de las que puedo y entonces me digo: “Para unos segundos, respira, mira a tu alrededor, y vas a encontrar que es lo más correcto para hacer en este momento”. Así es como llegué a saber que me hace muy bien cambiar totalmente de actividad. Si estuve caminando, me acuesto en el sofá, y levanto a 45 * mis piernas, y si estuve parada, me siento, por ejemplo, a escribir acá, o si el clima me lo permite, puedo salir a caminar y respirar otro aire, y para eso he de mirar hacia afuera y ver si ya se fue la nieve.

En estos días, la nieve se ha ido, está llegando la alegría de la primavera. Se asoman las primeras florcitas, aún muy pequeñas. Eso nos beneficia, nos renueva, noto mi deseo de cambiar de lugar cosas en la casa, y de renovar mi cuerpo. Me inventé un ramo de flores con puras hojas, de varios tipos y colores. De un cerco vecino, podé un poco la parte superior donde las hojas toman un color rojo intenso, y con eso armé un lindo florero. ¿Y cómo renovar mi cuerpo?; cuidando de estar y de caminar tan derecha como pueda, el mayor tiempo posible.