Supongo que esto les pasará a otras personas también. Me sucede en muchas circunstancias y también con amigos. Viene alguien a visitarme, y eso me alegra,  me sorprende, quiero visitas… pero a su vez me interrumpe en lo que estoy haciendo, y me aparece el deseo de que se vaya pronto. Que me ocurra esto, me molesta internamente, porque quisiera tener emociones limpias, nítidas, y así tal cual son, poder expresarlas. Además valoro mucho lo que es una verdadera amistad.

Otro ejemplo: es invierno, el clima está muy cambiante, está oscuro y lluvioso, nieva, y de repente sale el sol unos momentos. Quiero respirar otro aire, quiero moverme, lo necesito, el cambio de luminosidad me invita, pero no quiero tener frío… ¿Qué hacer entonces? Abrigarme bien, decirme mentalmente, que no hace falta llegar hasta donde está el banco en el que acostumbro a descansar, que me permitiré volver antes.

Pero, ¿Quién permite y quién no permite? Aquí aparece de nuevo esta dualidad, tengo dos egos, el que se cree con derechos de decidir y mandar, y el que sabe que no es el amo, que tiene que escuchar directivas, y ayudar a que se cumplan las órdenes de ese Ser Superior, o “Alma”, que todos tenemos. Los escucho discutir, y parece que no les es fácil ponerse de acuerdo. ¿Sera este el nudo de lo que acá intento desatar?

Estar escribiendo esto, me ayuda a desmenuzar mi “estar presente”, y a la vez voy observando como vivo cada día. Lo que me pasa es que estoy apegada a tantas cosas: a la comida, (lo veo al descubrir que me cuesta tirar cualquier sobrante), a lo que creativamente he hecho, a lo que he comprado y a lo que me han regalado… Guardo todo, y hay tanto, que me está impidiendo tener el orden que deseo tener. ¿Qué hacer entonces? ¡Regalar!

Sé que al regalar estoy dando alegría a otro. Entre mis propuestas para ser una mejor persona, está la de ser más desapegada. Entonces como viajaba al extranjero un amigo, decidí despedirme de él, lo fui a ver a su casa, llevándole un regalito, ya que valoro lo que es su amistad. El supo poner ante mí, un espejo donde yo podía ver mis posibilidades. Lamentablemente no estaba, pues, como nos pasa a todos, poco antes de viajar estamos muy ocupados. Le dejé el regalito y volví a mi casa muy contenta, pues ya había dado unos pasitos en la dirección en que quería caminar.

El camino de plenitud que estoy queriendo recorrer también se dirige a inspirar a otros para ser mejores personas. Inspirar, significa hacer nacer en él o ella, una posibilidad que nunca antes vio. Es crearle la convicción de que tiene la posibilidad de vivir el futuro que desea, y que comprenda que la creatividad es algo con la que todos nacemos, que con la práctica se desarrolla, y que consiste en generar vínculos entre las cosas que nos rodean, en relacionar sucesos cotidianos, que recién ahora percibimos, a pesar que están ocurriendo a nuestro alrededor.