Me la imagino una niña dulce, tranquila, bastante ensimismada que se entretiene fácilmente. Pero éste, como todo parto debe traer consigo los dolores y las grandes alegrías de dar a luz. Estoy dispuesta a entregarme a vivir ese momento. Sé que hay una niña, que sigue estando en mí, pero como se muestra muy poco, no sé qué edad más o menos puede tener…

Esta criatura que hay en mí me tiene bastante confundida, quiero hacerla nacer, para conocerla, para poder amarla, pero como todo nacimiento no se puede saber con exactitud cuándo será. Pareciera que estoy esperando que algo sincrónico irá a indicarme que éste es el momento, pero eso no está ocurriendo. Detecto cierto miedo, y ese miedo me habla de la presencia del ego…

Sé que soy fuerte, y que ser fuerte ahora es mi única opción. Y también sé que no tengo que esperar que el momento sea el justo, sino que puedo hacer que determinado momento sea el más  indicado, y hacer que el ego no se meta en esos momentos. Todo eso depende de la voluntad, de la pasión que ponga en esos momentos y de la significación que desde lo más profundo de mí le dé a este nacimiento. Esos son los momentos que, porque ya he degustado algunos, sé que son  los que hacen que a mi vida la sienta de tanto valor.

Esta criatura que ya se está gestando en mí, está viva y en proceso de constantes cambios celulares y también mentales. Pues los bebés en gestación, yo creo que también deben pensar y sentir, por lo menos, las emociones de la madre. ¿Y quién sería el padre? Me sonrío, así podría seguir preguntándome sin poder parar, pues una pregunta llama a la siguiente. ¡Pero acá decido parar con tantas preguntas!

Ahora intento hablar con ella, conseguir que por lo menos escuche los silenciosos mensajes pensados que le estoy emitiendo. Yo le digo: “Nosotras dos, madre e hija, tenemos que inventar nuestra manera de comunicarnos, porque podemos mutuamente beneficiarnos mucho, por conocernos más, tanto en nuestras debilidades como en nuestras aptitudes, y aprender la una de la otra”. Al conocernos más podrá aparecer ese amor sin condiciones, esa admiración por lo que la otra es en lo más esencial, en su Ser profundo.

Lo que siento es que ya hemos encontramos la forma de comunicarnos. Que no somos dos desconocidas sino que nos hablamos mentalmente, que nos amamos profunda e incondicionalmente, y que ya estamos aprendiendo la una de la otra. Me da la impresión que yo soy la que más recibo pues como hija adolescente que ella es aún conserva esa mirada inocente que comprende y no juzga.

Terminaré esto con un ejemplo de una de nuestras charlas mentales y ya tenemos nombre ambas, ella es la niña que se llama Yanyele (Y) y yo, la mamá (M). – (Y): ¿Porqué todas los avisos incitan a las personas de muchas maneras a comprar, y a guardar y nadie se pregunta si de verdad eso le es algo necesario o si tenerlo lo hará más feliz o no? – (M): Tenemos que analizar con mucha atención eso que queremos, porque cuando no lo hacemos, y respondemos a nuestra avidez, sin poner un poco de conciencia resultamos ser como caníbales, no porque nos comamos la carne de otros, sino que nos comemos las vidas de muchos otros, sobre todos de niños y adolescentes muy pobres que trabajan a destajo, sin leyes que los protejan.  – (Y): Sí, eso es tremendo; antes la gente creía en monstruos, hablaba de ellos y hasta imaginaban verlos, y se asustaban y sufrían por eso; pero ahora muchos hablan del mercado y la economía como si fuera la cosa de más importancia en su vida, y hasta llegan a apostar todo su salario y a perderlo, hacen de eso una adicción, esto es inentendible. – (M): Sí, mi querida niña, es inentendible, así generamos las guerras de todo tipo, también la de pobres contra ricos sin sentir nada de culpa. Nunca nos hacemos las preguntas importantes como ser: ¿Para qué quiero tal cosa?, o ¿Cuánto me es suficiente? Se nos generó la idea de que somos una especie distinta y separada del resto de los seres vivos, que somos superiores. Así cada cultura se enfrenta a los límites de su crecimiento, a su desaparición, o cambia y se reinventa de alguna manera para seguir siendo sostenible.