Sobre la fe de un anciano de noventa años y la fuerza de los hijos.

 Al anciano le molestaban dos enormes montañas que obstruían el paso al poblado más próximo y propuso a su familia que unieran sus fuerzas para sacar ese obstáculo y todos los que encuentren hasta llegar  a Hanoven ta aõso de n-Yin. Todos aceptaron salvo su esposa que dijo: – “Tú, que no tienes fuerza ni para levantar un estercolero ¿quieres levantar esos montes gigantescos? Y aparte, ¿dónde pondrías tanta tierra y piedras que saques?” Los demás dijeron que las tirarían al desfiladero de Pohai. Y cargados de su entusiasmo, picas, palas y víveres, partieron y sólo algunos volvían a su casa, de vez en cuando, ante alguna urgencia. – El anciano sabio, habitante del río, les dijo: – “Grandes en verdad son vuestros planes pero con los años que os restan no podréis remover la altura de un caballo. ¿Cómo vais a acabar la obra?  El anciano le contestó: – “Aunque yo  muera, dejaré hijos y nietos, que a su vez tendrán hijos y nietos, así que mi sucesión nunca se terminará, ¿por qué habría de desesperar?, confío en que la obra se acabará”.

Una de las deidades vecinas que supo de todo esto, se lo contó al Dios Todo Poderoso, que conmovido por la sencilla Fe del anciano, hizo transportar las dos montañas a los dos extremos, Nordeste y Sur de Yung.

Desde entonces aquello fue una región muy fértil y llana.

Moraleja: cuando tenemos fe y confianza en que estamos amados y cuidados por lo Alto, en nuestra fuerza, y en la de los otros, todo se va dando aún mejor que lo que pudimos soñar.

 

El motivo de mi felicidad.

 Confucio que viajaba una vez por el monte Tái, preguntó a un anciano que vagaba por los bosques, al que vio cubierto con una piel de venado que ataba con una cuerda y cantaba acompañándose con un laúd: – “!Amigo! ¿Qué es lo que te hace tan feliz?” – El viejito respondió: – “Tengo muchos motivos para ser feliz: Dios creó todas las cosas y el hombre es la más perfecta de sus creaciones; tengo la suerte de ser un hombre y ese es un motivo de felicidad. Además es mejor ser varón que ser hembra porque el varón es considerado superior a la hembra, y este es mi segundo motivo de felicidad. Y hay aún más; tantos viven atados a tantos compromisos que no ven ni la luna ni el sol, pero yo he andado libremente por espacio de noventa años, y este es mi tercer motivo de felicidad”. Confucio exclamó: – “!Que gran cosa es encontrar una fuente de consuelo en uno mismo!”

Lo que de acá aprendo es que la felicidad no proviene de los estímulos externos sino de nuestro profundo Ser interior.

El Perro.

Pu, hermano menor de Yang Chu, salió un día de paseo con su traje blanco, pero como llovió y se mojó mucho, cambió sus ropas y se puso un traje negro. Su perro empezó a ladrarle y al jovencito eso lo sorprendió y disgustó. Su hermano mayor le dijo: – “¿No harías tú igual si tu perro que es negro volviera a casa blanco?, ¿No lo desconocerías?”

Moraleja; Nosotros en general nos guiamos por la primera impresión  que recibimos de personas y de cosas, sin detenernos a profundizar para ver la totalidad, tanto lo exterior como lo interior.