Hola querido hijo mío, aquí estoy de nuevo. Soy tu madre. Durante estos últimos cinco años estoy intentado acercarme para hablar con vos, pero al no sentirme acogida voy comprendiendo que te cerraste así para protegerte, que quizás te sentiste no tenido en cuenta, o menospreciado, no valorado… no sé justo que palabra ponerle, pero sí sé cómo todo eso nos lastima. Si estás herido, y si yo he contribuido de alguna manera a ello, perdóname, fue por ignorancia.

Todo esto a mí también me duele, y busco continuamente cómo salir de allí, de nuestro dolor, del dolor humano, que nos provocamos nosotros mismos por no saber vivir. Quiero entender lo que nos pasa a los humanos, con tantas relaciones rotas, parejas en crisis, niños solos que repiten historias de lo que sus padres no supieron resolver… gente que sufre porque no saben vincularse con los otros. ¡Quiero aprender a vivir! y no me queda tanto tiempo para ello. Quiero intimar más con vos, quiero que me conozcas, cómo voy siendo, y conocerte, que me cuentes qué sientes… Quiero que nos demos la oportunidad de conocernos y expresarnos todo el cariño que los dos nos tenemos. El amor humano es también energía que nunca muere, la bloqueamos,  la expresamos, o la ocultamos…

Miro para adentro, lo más que puedo, sé que estoy cambiando, mi actitud pareciera ser justo la opuesta a la tuya: Donde veo algo cristalizado en mí, algo anquilosado, busco abrirme, soltarme de eso, pido ayuda, y siento que la ayuda llega. Que cada circunstancia, aún las dolorosas que la vida nos presenta son una guía, una oportunidad para que al querer resolverlas aprendamos a vivir, a ser felices y a que quienes nos rodean también sean más felices. Aquí estamos los dos en eso. Quizás te preguntes: ¿de qué ayuda me hablas?

En esencia todo en el universo es energía, los humanos somos energía, en diferentes grados de vibración. Esa sutilidad o densidad de energía, (afectada por el ambiente en que vivimos, lo que pensamos, sentimos, creemos, queremos, comemos, etc.), todo eso atrae a energías similares, que al combinarse generan una constante transformación, constituyendo así lo que llamo “ayuda”,  (ideas, deseo de actuar, de ayudar, sentimientos diversos, felicidad, etc.) Entrenarnos en una mirada positiva, y agradecer todo lo que la energía Universal nos presenta, (para nuestro crecimiento o evolución) eso, nos sana.

Esta energía universal de la que formamos parte, así como las células forman parte de nuestro cuerpo, recibe diferentes nombres, unos le llaman Dios, otros Inteligencia Suprema, Lo Alto, la Vida, el Universo, la Naturaleza… 

Puedes intervenir en esta conversación, o solo escucharme, según como lo vayas sintiendo. No espero nada en especial, estoy abierta a lo que sea. Eres completamente libre de responder o no, de vivir a tu manera, rodeado de la gente que elijas, no te apuro, no te condiciono, ni te culpo o enjuicio. Sé muy bien que la enfermedad se manifiesta por la química interna que producen los sentimientos  no expresados, y aquí me estoy expresando.  Ya ni pretendo estar segura de nada, la vida es impredecible, es una aventura paso a paso, y al vivir así, abierta, la vida se me torna más que interesante. Importante es no hacerse expectativas, entonces todo nos sorprende, y al no haber ilusión no habrá frustración, ni  enojo.

Recién allí podemos conocer lo que es la verdadera felicidad, que nada tiene que ver con lo que los otros piensan de uno, ni con la fama, el éxito, o el adquirir más y más cosas para nuestro placer. La felicidad viene de nuestro interior, de sentirnos parte de algo grandioso, maravilloso.

Todos escuchamos diferentes voces internas, que piden cosas distintas a la vez. Ayuda mucho poder distinguir entre la voz del Alma, que se orienta a lo que ya traes como capacidad, lo que te gusta hacer, lo que es tu vocación, (siempre algo que es bueno, no sólo para uno, sino para muchos), y la voz del ego, que se orienta al propio placer y al beneficio inmediato. Cuando quieras  seguimos conversando.