Un “real o verdadero interés”, despierta una “verdadera intención”. Quizás te preguntes: ¿Cómo distinguir entre el verdadero interés y otro no tan verdadero? Podemos escuchar diferentes voces dentro nuestro: la que proviene de algunos de los yoes o personajes del ego, (siempre buscando el placer o el auto beneficio) y la que proviene del “alma”, que se siente más como una guía, un anhelo que no tiene explicación lógica, que busca algo «bueno», no sólo para uno sino para muchos… La “verdadera intención” está relacionada con esta voz del Alma o del Maestro Interno, con algo que es tu capacidad, que te gusta hacer, y que lo ofreces. Es una voz, un sentimiento, que está allí, que aparece y vuelve a aparecer, esperando ser reconocido, para ir escalando paso a paso, hasta ocupar el lugar de: “Primera prioridad”

Esta primera prioridad, es una verdadera intención, se apoya en una decisión firme, que necesita de tu voluntad, y de tu accionar. El vaivén de los acontecimientos te pedirá perseverancia, atención, paciencia, insistencia, aceptación y sobre todo claridad de mente en las decisiones. Para mantener ese ¡Sí!, habrá que decir muchos ¡No! Ese movimiento continuo del mundo externo nos puede crear mucha confusión, por tener tantas opciones entre las cuales elegir. Y aquí entra a jugar una mente tranquila, una mente entrenada a vivir cada momento presente, a estar y actuar en una sola cosa por vez, una mente enfocada y clara, que puede discernir. Ese es el “discernimiento” que estamos necesitando.

Nuestra escala de prioridades tiene que ser flexible y a la vez permitirnos subir bien alto, permitirnos soñar, anhelar lo más puro y sutil a lo que podamos llegar. El universo nos viene conduciendo, (a todos) a través de nuestra intuición, el alma, las emociones, y también el lenguaje del cuerpo. Necesitaremos distinguir sus voces, (el cuerpo a través de los síntomas nos habla). Nuestra mente lógica, el hemisferio izquierdo, en general responde más a lo aprendido, a lo que otros dicen “se debe hacer”, a los mandatos y creencias paternas. Deberemos “abrirnos”, muy atentos al afuera y al adentro, a nuestra escala de prioridades, y a la dirección del camino que estamos llevando. Todo el tiempo estamos eligiendo entre la salud y la enfermedad, entre la verdadera felicidad y el placer momentáneo. Para poder entender bien esto, contaré una vivencia reciente.

“Una pareja amiga me invita una tarde a salir con ellos, para a la noche cenar en una confitería. Aprecio su gesto, y aunque muy raramente como fuera de casa, acepto decidida a fluir con lo que aparezca, teniendo muy claro que ir hacia una “salud en el más amplio sentido” es para mí, una prioridad. Antes de salir ocurre un malentendido, un exabrupto entre ellos, y no consiguen solucionarlo. Veo que es un choque de egos. El deseo de control sobre el otro es tan fuerte que obnubila toda la situación. Entonces los tres intentamos hacer como que «acá no pasa nada»… pero estamos los tres muy afectados energética y emocionalmente. Yo decido no hacer juicios, no dictar sentencia, pero me observo bien molesta… Mientras tanto el sol se ha escondido y cuando decidimos salir para volver a casa, nos sorprende el intenso frío que hace. Necesitamos caminar unas diez cuadras… No tengo nada con qué abrigar mi escote, no quiero enfermarme, sé que eso puede arruinar todas mis vacaciones. También mi amigo está con mucho frío, y ella no tanto pues tiene otro tipo físico. Les aviso que apuraré mi paso todo lo que pueda, para llegar a casa y abrigarme. Enfoco eso, ¡No quiero enfermarme!, he de llegar cuanto antes a abrigarme, (accionar) sin salirme de mis posibilidades por exigirme demasiado en el paso. Consigo llegar, me abrigo, la casa tiene otra temperatura, y al rato ya empiezo a sentirme mejor. Comprendo que mi sistema inmune estuvo exigido con tres demandas al mismo tiempo: la emocional, la baja temperatura, y la digestiva, por comer lo desacostumbrado. Mi claridad mental y firme intención, ayudaron. Mi  amigo, en cambio, más emocionalmente afectado, se resfrió lo que terminó agrisando sus restantes días de vacaciones.