En los momentos en que llego a conectar con la profundidad de mi Ser, me doy cuenta que esta persona que soy ahora, es la propia evolución de algo que ya estaba en mí desde niña, y que la venida al Planeta Tierra es para seguir desarrollando en esta vida, mis deseos de poder compartir con mis semejantes, el sentido que tiene el que estemos juntos acá. Juntos en un mundo caótico, (que se está derrumbando). Hemos de comprender que no podemos seguir así compitiendo unos con otros, que depende de nosotros el poder cambiar todo esto.

A todo esto que vengo sintiendo lo llamo: “el Gran Sueño de mi Vida”. Hace poco vi una película, sobre la campeona mundial (una mujer que desde los 28 años, recién a los 64), en su cuarto intento, consigue nadar en mar abierto 172 Km. entre Cuba y Florida. Tenía que competir con las fuerzas de la Naturaleza, con todo tipo de peligros. Ese fue su “Gran Sueño”, y es tanta la enseñanza que nos deja… Esto es actual, ocurrió en el año 2013. Al lado de todo esto lo mío, es un sueño muy pequeño, se trata de aprender a vivir, y que mi ejemplo también inspire a otros.  

Yo siento que vine a enseñar, pero para eso, primero debo aprender. Nosotros tenemos tres realidades, (o dimensiones), que están muy relacionadas, que funcionan juntas: la “mental”, la “emocional” y la “espiritual”, y estas tres realidades se traducen en cómo nos sentimos físicamente, en quienes sentimos que en realidad somos, y en saber qué es lo que vinimos a realizar en esta vida, o sea, en saber cuál es nuestra Misión. Un maestro, una charla o algo escrito, puede despertarnos de este dormitar constante, que es esta vida para la gran mayoría de los humanos.

A veces queremos hacer cambios en las tres dimensiones de la vida, y esos cambios pueden demandar mucho tiempo. Nos parece que nada resulta. Tenemos que llegar en nuestra vida a un punto de “insatisfacción tal, que nos resulte inspiradora”, como para tomar la decisión de hacer algo por mí mismo, en vez de suicidarme. O sea que necesitamos hacer: “clik”. Hoy ya sabemos que lo que pensamos, afecta a lo que sentimos, y lo que sentimos afecta a nuestro cuerpo. Nuestra palabra es poderosa, puede sanar o enfermar. Siempre con el poder va la responsabilidad, no lo  olvidemos.

Todos tenemos un “despertador” o una “brújula”, (en el centro de nuestro pecho), que está indicándonos nuestro norte. Hace unos cuarenta años, me aconsejaron viajar a Bs.As. en vez de operarme en Bariloche de la columna, así conocí al doctor Murata, quien resolvió todo mi problema, mediante la homeopatía. Este fue unos de los más importantes hechos sincrónicos ocurridos en mi vida. Pues él fue quien activó el despertador, (que ya estaba adentro mío), y terminó siendo mi maestro espiritual, y el de todo un grupo, que poco a poco fuimos formando.

Compartiendo con otros podemos ayudarnos mutuamente. Así es como se expanden los conocimientos. De eso se trata el “gran-pequeño sueño” de mi vida. Necesitamos saber leer en dónde nació la pregunta que nos hacen. Saber leerla, nos estará indicando, qué es lo que lo mueve a preguntar, desde donde viene su duda, si es solo curiosidad, o viene de la profundidad de su Ser. Y no nos quedemos enganchados en pensamientos o charlas negativas, pues atraeremos esa misma energía, y quedaremos inmersos en la negatividad. Busquemos el pensamiento positivo.