He decidido vivir más serena y más tranquila, sin querer hacer y hacer, pues ya sé que es el yo pequeño el que quiere hacer cosas, y siempre moviendo lo de afuera, que ve que está mal hecho, sucio y feo.

El cambio que tanto deseo no es un cambio mío solamente, es un cambio de toda la humanidad de la cual yo soy solamente una célula, es un cambio interior en cada uno, que ya se está vislumbrando, y es de eso de lo que todos somos responsables, y libres, pues cuando cambia nuestra vibración interna, cambia todo lo de afuera, y allí puedo ver que «Todo es Perfecto». Y entonces me aparece “la confianza» en mí pues estoy accionando, me estoy ocupando de estar más tranquila y más serena.

Ya van varios días que estando en la cocina con la firme propuesta de “hacer una sola cosa por vez” para lo que cual me centro y me digo: “ahora estoy rallando estas dos zanahorias”; algo llama mi atención es un picaflor que vidrio de por medio está libando néctar de los pensamientos y prímulas que he puesto en el macetero, cansada de tanto invierno y oscuridad. Pareciera que él también se percatara de mi presencia, y su accionar en una flor y luego en otra y en otra, es muy similar al mío pero con tiempos muy diferentes.

¿Será que nuestros tiempos para movernos están en relación al tamaño de nuestros cuerpos? Pareciera que sí, pero también percibo que con la edad, todo se va lentificando, tranquilizando, cosa que agradezco a lo Alto enormemente, agradezco el estar viva, y el poder disfrutar de cada momento de presencia. Ahora soy feliz escribiendo, no necesito nada más. En un rato iré a cocinar, ¿vendrá hoy a visitarme de nuevo mi amigo, el colibrí?