Es un hecho el que nadie guste ni quiera enfermarse, pues en general la enfermedad nos llega con cambios muy molestos, con avisos notorios y dolorosos para que los atendamos. Hay individuos que simulan, están usando su enfermedad, para ser atendidos y no cumplir con sus obligaciones. Si no queremos enfermarnos tenemos que estar bien nutridos. La comida es un medio de nutrir y atender al cuerpo. Las energías más sutiles de la luz, del aire, de la tierra, de las emociones positivas, junto a las de la comida, todas ellas, nos van nutriendo.

Hemos de preguntarnos: ¿Qué amor nutricional me estoy dando? ¿Qué calidad de sol y de clorofila tengo? porque por la piel también comemos. ¿Qué calidad de agua y de aire tengo?; ¿estoy poniendo mis pies, sin calzado aislante, en la tierra? El cuerpo recibe esta información, la procesa como una computadora y luego manda su mensaje. El alimento de más vitalidad es aquél que más bio-fotones o bio-electricidad tenga, pues como todas las células y los órganos se comunican entre sí, su alegría o su decepción según haya sido el alimento recibido, todo nuestro organismo funcionará mejor o enfermará.

!Comamos en PAZ!, pero en nuestro mundo actual eso parece imposible. La familia sólo se reúne en el horario del almuerzo o de la cena. Allí la madre, que es quién está un poco más con sus hijos en edad escolar, aprovecha de contarle al papá todas las desobediencias del niño, y el hombre, o ambos, descargan sus problemas laborales, allí en la mesa, y de la paz necesaria para que la comida resulte nutritiva, nadie se acuerda. Yo recuerdo que hace más de setenta años, cuando nosotros éramos niños o quizás adolescentes, la rigidez de mi padre, nos tenía prohibido reírnos por cualquiera de esas tonterías que a los menores se nos ocurría soltar.

Adaptarse y disfrutar de lo que se hace, es parte de la salud. A todos nos tocan momentos difíciles para vivir y otros más fáciles de aceptar, y también tenemos de los que son justo lo que esperábamos que ocurriera. La vida es así: un continuo movimiento de las situaciones que se nos presentan para resolver, otro continuo movimiento orgánico interno y también está ese continuo movimiento emocional, que no llegamos a explicarnos por qué nos está pasando. Hemos de adaptarnos, sin sufrir, buscando de tener una mayor presencia que quizás nos permita comprender que de toda situación siempre podemos aprender algo, y esa alegría será parte de nuestra salud.

La Naturaleza es nuestra amiga, porque ella nos cura y nos cuida. He aprendido que es mejor comer cada 4 horas una comida, adaptándonos al ritmo solar y de las estaciones, para así mantener el nivel de glucosa, recordando que a los cereales los digerimos lentamente y a los azúcares muy rápido. Los alimentos fermentados: kéfir y chucrut, contribuyen a la salud de la flora intestinal, y por lo tanto, también a la del sistema inmunológico, y al estado mental. Nos conviene comer alimentos con Omegas 6, 3 y 9 y mucha clorofila” que está en todas las hojas comestibles verde oscuro, y en el trigo germinado, ya que su estructura es igual a la de la sangre. También aprendí que es mejor comer los alimentos de temporada, que sean locales, que nuestra ingesta general debe ser moderada, con alimentos alcalinos vivos, alta en minerales, pobre en azúcares y que esté equilibrada.