Tenemos que buscar la comunicación con los árboles a través de nuestros cinco sentidos. El acercarnos a observarlos, tocarlos y abrazar a los árboles nos brinda paz, energía y vitalidad, en fin, tenemos que sentirlos que son nuestros amigos… Yo tengo mi gran coihue amigo, a quien cada vez que paso saludo, a veces medito a su sombra. Todo lo verde tiene grandes cantidades de iones negativos, y al entrar en contacto con ellos, el cuerpo se limpia de toxinas electro-magnéticas y nuestro estado de ánimo mejora.

También siento una necesidad de cultivar mis alimentos, de meter las manos en la tierra… Es poco, muy poco, lo que actualmente puedo hacer, pero todavía puedo dar indicaciones, cosechar algunas cosas, comer las frambuesas de pie, directamente  de las plantas, y en este momento, darme el gusto de almorzar y cenar con exquisitos alcauciles.  A todo lo que tiene que ver con la salud, siempre le di mucha importancia, más ahora en la edad avanzada, y entonces le agregué esto de sentir amor por los árboles.  

Los científicos investigan y todos los días nos enseñan algo. En estos días he estado leyendo que los “Baños del Bosque”, son muy eficientes para la recuperación de enfermedades y traumas, pues reducen la presión arterial y activan el sistema inmunológico. Todos podemos conectarnos con la calma y la creatividad de la Naturaleza, pasando un tiempo intencionado, en contacto con los árboles. Si nos encontramos cada día con los incontables beneficios del  aire puro, el sol y el bosque, conoceremos la paz interior y el sentido que tiene esta vida.

El dicho: “Tocar madera, atrae buena suerte”, es porque nos conecta con lo Sagrado. Eso viene desde la tradición Zen, donde los pinos se consideran inmortales, y que conectarse con ellos, nos sirve para fortalecer el sistema nervioso y mejorar la presión sanguínea. En las grandes ciudades actuales del Japón de hoy, los médicos recetan “Paseos de aire de bosque” de una o dos horas diarias, en silencio, pues están investigando que pasa antes y después de ese contacto con la Naturaleza, van evaluando los cambios que hubieron en la presión sanguínea y en el relajamiento.

Los inmunólogos han demostrado que la costumbre de pasear entre los árboles, aumenta considerablemente el número de células “NK” en sangre, un tipo de glóbulo blanco que contribuye a la lucha contra las infecciones y el cáncer. El efecto de estos paseos en el bosque, (debido al aumento de los linfocitos NK, y de las proteínas anti-cáncer,) puede durar hasta una semana, ya que, (entre otras cosas), los árboles producen unos compuestos volátiles,  que aunque nosotros no los captemos nos afectan, increíblemente.